Belenes con mucha tradición

Julio Torres presenta ‘Nacimientos laguneros: de la Navidad a la Epifanía’, una obra sobre la historia de los portales en Aguere

Julio Torres posa con su nueva publicación.

Julio Torres posa con su nueva publicación. / Andrés Gutiérrez

El investigador Julio Torres dedica su nuevo libro a un recorrido por el pasado y la etapa contemporánea de la tradición belenística en La Laguna. Los nacimientos de la familia Lercaro, maestro Vicente y la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife son algunos de los que destaca.

Julio Torres abre el libro y extiende una hoja desplegable. «Son las figuras de doña Candelaria», explica con entusiasmo. Candelaria Bello Díaz, más conocida como doña Candelaria, fue una figurista lagunera de la que hasta ahora se disponía de pocos datos y que elaboró las piezas del belén de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. Su labor aparece recogida en Nacimientos laguneros: de la Navidad a la Epifanía, la nueva obra que ha presentado Torres, publicada por las concejalías de Cultura y Fiestas del Ayuntamiento de La Laguna.

El investigador precisa en este trabajo que las primeras referencias sobre el belenismo lagunero se sitúan en el siglo XVII en el convento de San Miguel de las Victorias. Y arma un recorrido desde ahí hasta la actualidad. En el camino enumera belenes sobresalientes, como el de la familia Lercaro. «Está compuesto por unas cincuenta figuras de madera policromada, de entre 8 y 19 centímetros», apunta. También aparece destacado el belén de Vicente González-Álvarez y Falcón, conocido como maestro Vicente. «Las más de doscientas figuras a diferentes escalas, la infinidad de elementos arquitectónicos, los enseres domésticos, animales y artilugios que componen este portal fueron tallados a mano en madera y son irrepetibles», indica Julio Torres.

Otras composiciones belenísticas que cuentan con su espacio en la obra son las de la Real Sociedad Económica, esa cuyas figuras elaboró en barro doña Candelaria, vestidas con ropa tradicional; la de Agustín Guerra Morales, con piezas en movimiento, juegos de luces y figuras articuladas; la de Carlos Fernando Cañibano Guerra; la de la familia Darias Príncipe, donada al Museo de Historia y Antropología de Tenerife, y la de Secundino Martín.

La labor de Tomás Morales

La obra se detiene en las iniciativas que desarrolló Tomás Morales, lagunero que estuvo muy implicado en las tradiciones del municipio. En concreto, cita el belén flotante en el antiguo estanque de los patos de la plaza de la Catedral, otro que incluía figuras de plomo y la confección de belenes gigantes. Uno de esos proyectos a gran escala dio paso al belén municipal. «Tomás Morales era propietario de la famosa Ferretería El Candado, entonces situada en la calle Núñez de la Peña (en el tramo entre la calle Herradores y La Carrera), donde podían adquirirse figuritas y todo tipo de artilugios para componer un belén», recuerda Torres en el libro.

Aparecen el trabajo que viene realizando en los últimos años la Junta de Hermandades y Cofradías de La Laguna y el que se confecciona en la parroquia de La Concepción. «Con casi 250 figuras, la Junta de Hermandades y Cofradías monta este belén en la Casa Alvarado-Bracamonte», señala sobre una composición integrada por piezas de Mayo Lebrija, «uno de los mejores creadores de figuras de belén en España».

«Fueron famosos figuristas, esto es, artesanos en la elaboración de figuras para belenes, los ya referidos Vicente González-Álvarez y Falcón (figuras de madera) y Gerardo Guerra (figuras de masapé, esto es, arcilla o barro rojizo), pero les precedieron otros, como doña Candelaria, doña Concha…», expone sobre esta variante artesana vinculada al belenismo.

Además, en Nacimientos laguneros: de la Navidad a la Epifanía se aborda la labor de belenistas como Manuel López Ruiz, gaditano relacionado artísticamente con la Laguna, y Juan José Abreu Báez, así como los más actuales Bonfilio Marrero; Juan Rodríguez, Juanitillo; Luis Dávila; Juan de la Cruz, y Jesús Gil.

«La primera representación plástica de la Natividad aparece de forma pictórica en los inicios del cristianismo. Se trata de un fresco de principios del siglo II hallado en la conocida como Capella Greca de las catacumbas de Priscila, en la Vía Salaria de Roma», contextualiza al inicio del libro Julio Torres sobre los orígenes del belenismo en el mundo. Se refiere también a la importancia de Génova y Nápoles y a la posterior popularización de los belenes.

«Como ocurrió en el resto del mundo, en La Laguna la tradición de los belenes, portales o nacimientos –en décadas anteriores teníamos cierta preferencia por este último término, en clara alusión al tema principal que evocan–, comenzó en las iglesias y conventos, para instalarse después en los palacios de la nobleza y de la alta burguesía, hasta llegar incluso a los más humildes hogares», explica Torres en otro apartado. «Puesto que La Laguna fue residencia habitual de conquistadores, hacendados, comerciantes… y sede de numerosas iglesias y conventos, es una de las ciudades tinerfeñas que cuenta con mayor tradición en la elaboración de belenes», expresa.

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