eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Vecinos ilustres de La Laguna | Una sola referencia femenina entre sotanas, sables y periodistas

El Camino (más) Largo de Laura

La maestra galdense tiene un anillo de bronce en una de las palmeras del popular paseo lagunero

La serena mirada de Nava y Grimón Jorge Dávila

Dulce María Loynaz descubrió su nombre en un anillo de bronce que está «anudado» a una palmera del Camino Largo. Laura es un oasis en medio de un universo sociocultural de hombres.

Hasta a la escritora habanera Dulce María Loynaz, Premio Cervantes 1992, le resultó extraño ver el nombre de Laura de la Puerta de Cabrera (14) grabado en el interior de un estilizado anillo de bronce que rodeaba una gran palmera del Camino Largo de La Laguna. Hija adoptiva del Puerto de la Cruz [la abogada cubana sí cuenta con un busto que perpetúa su memoria en la Ciudad Turística], aquella visión acabó en el capítulo VII de Un verano en Tenerife: «Es la primera vez que veo un público tributo de esta índole, rendido a una mujer que no fue una heroína de guerra, ni una gloria de la letras, ni aún una benefactora popular con las arcas bien repletas», recogió en 1958 sobre la maestra galdense en uno de sus libros de viajes. Sí. Laura de la Puerta y Guillén no nació en Aguere. Su padre se encontraba destinado en una escuela en tierra de los guanartemes cuando vino al mundo. El oficio paterno fue una inspiración para ella y no dudó en percutir una y otra vez ese deseo [cuando su familia ya residía en el número 28 de la santacrucera calle del Pilar] hasta llegar a ser docente: Rodrigo de la Puerta y Vila ganó un concurso-oposición a la Inspección de Enseñanza y ocupó ese destino entre 1884 y 1910.

Laura de la Puerta y Guillén (14) perdió el apellido de su madre en el anillo de bronce del Camino Largo por efecto de su segundo matrimonio con el poeta y político Domingo Cabrera Cruz, cofundador del Ateneo de La Laguna, en 1910: antes estuvo casada con Carlos Grote Fischer (1900), miembro de una familia adinerada capitalina que gestionaba un próspero negocio en la calle Castillo [Casa Alemana]. Durante seis años paralizó su actividad como profesora para ayudar en la gestión y las cuentas de un establecimiento frecuentado por clientes pudientes de la sociedad tinerfeña y cruceristas que llegaban a la Isla atraídos por el contenido de las crónicas de José de Viera y Clavijo y Alexander von Humboldt.

De la Puerta de Cabrera (14) regresó a las aulas como maestra provisional de Ciencias de la Escuela Normal de La Laguna en 1907, un año después de la muerte de Grote Fischer en Barcelona, y entre 1908 y 1910 desempeñó las funciones de directora de la Normal: ocupó otras funciones –algunas ligadas al dibujo y la música– hasta que se jubiló en 1949. De su unión con el dramaturgo Cabrera Cruz se gestó una rica y extensa actividad cultural en favor de La Laguna que canalizó desde un palacete edificado por Mariano Estanga Arias-Girón, que a su formación como arquitecto [llegó a ocupar la plaza de Arquitecto Municipal de Santa Cruz de Tenerife] sumó ser el fundador del Real Club Náutico de Tenerife y el Real Club de Golf de Tacoronte, en las inmediaciones del Parque de la Constitución (Camino Largo).

¿Quién es quién?

De las 27 personalidades que aparecen en el catálogo de bajorrelieves, bustos o esculturas que integran el catálogo del casco histórico de San Cristóbal de La Laguna –en el que no hay ni una sola referencia femenina, salvo el conjunto escultórico dedicado a Las lavanderas–, no todos han nacido o vivido en la ciudad. «Algunas de esas piezas se colocaron a raíz de unos acuerdos institucionales con otras administaciones», precisa el historiador Miguel Ángel Gómez Gómez para explicar la inclusión en este callejero del poeta, politico y fundador del Partido Revolucionario Cubano José Martí (25), el libertador caraqueño Simón Bolívar (24 ) –lideró la indepencia de Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Bolivia– o el militar o estadista rioplatense José Artigas (22), nieto de migrantes españoles que hicieron vida en Tenerife antes de navegar al Nuevo Continente. José Gervasio Artigas (22) tuvo un papel relevante en la independencia argentina.

Los religiosos, por supuesto, forman parte de otro de los estratos sociales que cuentan con una generosa representación en las cinco rutas desarrolladas por el historiador Gómez Gómez. Estos, además, copan el cien por cien de las estatuas de cuerpo entero que se jalonan en el perímetro más noble de Aguere. Sobre los cimientos de La Concepción está Juan Pablo II (16), que aunque se hicieron varias gestiones para que incluyera Canarias en una de sus giras espirituales, no estuvo nunca, al menos durante su papado, en el Archipiélago. Precisamente el religioso polaco fue el encargado de santificar el 30 de julio de 2002 al franciscano y misionero tinerfeño Pedro de San José de Betancur (15). Luis Álvarez Cruz (3), escritor, periodista y presidente del Ateneo y del Orfeón la Paz, hace compañía al chasnero. El Hermano Ramón (13), miembro de la Hermandad de La Salle, tiene una obra de cuerpo entero en la calle Viana, justo al lado de la Casa de los Capitanes. Legiones de laguneros conocieron su amabilidad y maña para curar raspones [el buen hombre andaba casi todo el día con un paquete de guatas en una mano y un bote de agua oxigenada o mercromina en la otra] mientras estuvo destinado en el Colegio Nava La Salle, primero en la céntrica calle Carrera y más tarde en La Verdellada. Entre tanto religioso es imposible olvidar al güimarero Domingo Pérez Cáceres (8), el obispo de Canarias más querido y recordado por la sociedad tinerfeña. Al impulsor de la construcción de la Basílica de Candelaria, patrona del Archipiélago, le colocaron varias veces una de esas mascarillas FFP2 durante los días más críticos del confinamiento y a su derecha está acompañado por el ilustre historiador José Peraza de Ayala (9) y el poeta José Hernández Amador (10), cofundador y primer presidente del Ateneo lagunero. Delante de los tres aparece la placa o bajorrelieve dedicada a Víctor Zurita (11), que sobrevivió al último incendio de la institución cultural. «Aquí nació Víctor Zurita Soler / 1891 - 1974 / Fue maestro de periodistas / Homenaje del Ateneo de La Laguna / 1975», aparece escrito sobre el bronce. Aunque si hablamos de periodismo, hay un busto que conserva viva la obra del periodista de periodistas: Leoncio Rodríguez (5).

El busto está colocado en la avenida Leonardo Torriani, justo en el frente donde se encontraba la casa en la que residió el fundador (1881-1955) de La Prensa / Diario Republicano, hoy en medio de un triángulo imaginario que destila un profundo sentimiento lagunero: la escultura del Padre Anchieta, la Cruz de Piedra y la imagen mariana de La Milagrosa.

La Plaza del Adelantado está impregnada de poesía. Allí están los bustos del majorero Domingo Juan Manrique (1) y Guillermo Perera y Álvarez (2), quien combinó su pasión por los versos con la dirección de los periódicos laguneros La Región Canaria y El Noticiero Canario. Muy cerca de allí, en una plaza situada frente al convento de Santa Clara el Ayuntamiento repuso hace poco el busto dedicado a Fermín Cedrés Hernández (27), poeta y autor de la partitura de Lo Divino, cuyo original se conserva en el edificio religioso de las Hermanas Claras: la Fundición Bronzo fue la encargada de hacer una réplica de la pieza que había sido robada.

En esta vertiginosa huida hacia delante no nos olvidamos los bustos enfrentados del profesor palmero Adolfo Cabrera Pinto (20) y el prestigioso físico Blas Cabrera (21). Ambos comparten patio en el antiguo convento de San Agustín. El primero, además de ser un profesor admirado por sus alumnos, se ejercitó como redactor del periódico El Popular.

El catedrático de Filosofía y Letras Adolfo Cabrera Pinto (20) impartió clases en prestigiosos centros de Ávila, Ciudad Real y Granada, pero su obra educativa la edificó entre los muros del Instituto de Canarias Cabrera Pinto, un centro cuyos pupitres ocuparon canarios como Benito Pérez Galdós, Óscar Domínguez, María Rosa Alonso, Juan Negrín, Agustín Espinosa, José Aguiar, Nácere Hayek [investigador de raíces libanesas que fundó la Facultad de Matemáticas de la ULL) o Blas Cabrera y Felipe (21)

El brillante físico conejero, cuyos restos fueron depositados hace unos días en el cementerio de San Juan después de un largo y doloroso exilio en México, participó en la fundación de la Sociedad Española de Física y Química (1903). Blas Cabrera fue director del Laboratorio de Investigaciones Físicas (1910-1937) y rector de la Universidad Central de Madrid (1931) antes de ser acorralado por los franquistas y tener que abandonar España.

El «iluminado» Domínguez

Óscar Domínguez (7), alumno del Cabrera Pinto, tiene una placa con un pequeño bajorrelieve en el número 66 de la calle Herradores. Su vida bohemia y rica en matices artísticos fue como una gran montaña rusa y, acorralado por los acreedores, su trágico final parisino casi es una fotocopia del tormento que sufrió Vincent van Gogh: los dos sumaron más halagos que críticas cuando ya no estaban en este mundo. Si hubiera que buscar algo que definiera a este guerrero, al margen de su privilegiada visión para ir siempre un paso por delante en el complicado universo creativo, Domínguez (7) era como El Cid, es decir, ganaba batallas desde la tumba.

Los otros dos bajorrelieves que faltan por contabilizar son el del doctor Manuel Olivera (26), al que colocaron una placa en el bajo de su casa [que tardó un siglo en materializarse desde el momento en el que se aprobó dicho homenaje], y Arturo Macanti (12), poeta y Premio Canarias de Literatura que nació en Las Palmas de Gran Canaria (1934) fruto de un matrimonio entre un italiano y una madre de raíces portuguesas. Alrededor de la Torre de la Concepción se distribuyen de manera estratégica los bustos del presbítero, Beneficiado de la Catedral, abogado y Cronista Oficial de La Laguna José Rodríguez Moure (6), el poeta Juan Pérez Delgado (4), cuya ironía filtraba en los textos económicos, políticos y sociales de una ciudad que siempre tuvo una estrecha vinculación con los chismes, y al también poeta Antonio Zerolo Herrera (17), que, además de coger la tiza y el borrador en La Laguna fue catedrático del Instituto Jovellanos de Gijón. En la Plaza de la Junta Suprema de Canarias, muy cerca de Nava y Grimón (19), encontramos al poeta José Tabares Bartlett (18) y Manuel Verdugo (23), militar nacido en Filipinas que encontró en Aguere inspiración para sus poemas y, sobre todo, echó raíces.

El busto al artista Pedro González (28), el alcalde que imaginó la Venecia Lagunera cerca de Las lavanderas, no está en el casco histórico y, de largo, es uno de los que más sufren las gamberradas  [a José Martí (25) hubo que reconstruirle la nariz] de los vándalos que visitan el Parque La Vega con el único propósito de pintorrearlo.

El Marqués de Villanueva del Padro mira con serenidad a los paseantes que transitan por la Plaza de la Junta Suprema. Alonso de Nava y Grimón y Benítez de Lugo (19) fue uno de los principales actores de las reivindicaciones canarias ante el poder central durante el Antiguo Régimen y fundador de la Tertulia de Nava. | J.D.

Compartir el artículo

stats