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Crisis del coronavirus

Aguere reabre sus negocios, se echa a la calle y brinda por la desescalada

Muchos establecimientos regresan al trabajo coincidiendo con la fase 1 y el centro se vuelve a llenar de vida | Las terrazas, las grandes protagonistas de la jornada

Crisis del Coronavirus | Primera fase de la desescalada en La Laguna

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La Laguna dio ayer un salto hacia la denominada nueva normalidad. Nada de pasos timoratos, como cuando una semana atrás abrieron unos pocos comercios y otros muchos optaron por esperar a mejor ocasión. La escena de este lunes fue la de muchos transeúntes, los bares con sus mesas en el exterior, la Catedral abierta, negocios de distinto tipo con la reja subida? Y una mañana soleada que invitaba a salir, a tomar algo, a vivir. Había alguna similitud con lo que ocurrió al autorizarse los paseos y la práctica deportiva: aquel sábado todo el mundo pareció echarse a la calle y el cambio fue más que palpable.

"Se ha notado un montón", confirmaba Jose Martín, uno de los propietarios de la Cafetería Venezia, convertida en las últimas fechas en medidor del pulso de la actividad del casco lagunero por las especiales circunstancias que ha padecido. Fue objeto de una gran reforma, abrió el 27 de enero tras varios meses, y el estado de alarma y sus restricciones obligaron al cierre a mediados de marzo. En ella reiniciaron el trabajo desde que pudieron y ayer la situación pareció tomar otro rumbo. "Se notaba que la gente tenía ganas de salir a la calle", indicó Jose en pleno ajetreo.

La respuesta de Vicente Martín, un profesor jubilado que transitaba por la Catedral, corroboraba que recorrer nuevamente las calles era una necesidad. "Lo echaba mucho de menos", expresó al ser preguntado por este primer día de la fase 1 de la desescalada. "Salí por tomar un café y, en general, observo que la gente muestra un comportamiento muy correcto; el 90% va con mascarilla y mantiene la distancia establecida para hablar", apuntó. "Unos amigos me decían que sin guachinches nos morimos", bromeó sobre el anhelo de ir recuperando las costumbres previas a la pandemia.

La escena a las 13:00 horas en la céntrica plaza lagunera en poco difería, al menos en lo que a afluencia de viandantes se refiere, de un día cualquiera de los de antes de que llegase el coronavirus acompañado de todos sus contratiempos. Otra cosa era el resto, esos elementos que son nuevos pero que también hace semanas que dejaron de sorprender. Un ejemplo eran las megafonías de dos vehículos de Protección Civil que se entremezclaban en mitad de la ciudad antigua. La alocución llamaba a mantener la "distancia social" de dos metros, así como a evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca. Además, recomendaba el uso de las mascarillas, con la que iban ataviados buena parte de los peatones, tal vez la mitad de ellos.

Javier Royo compartía que la vieja Aguere había subido el ritmo. "Se nota más actividad en la calle; hay mucha gente", opinó este profesional de una gestoría, uno de los servicios considerados esenciales y que, incluso, han experimentado un aumento en su volumen de trabajo. Pese a esa relativa normalidad que aportan en estos días los quehaceres laborales, él también admitía ganas por salir. En realidad, nadie decía otra cosa. Carmen Rosa Sarabia, que recorría el centro histórico junto a su marido, celebraba igualmente el cambio. "He estado todo el confinamiento en mi casa y hoy he salido porque necesito caminar", manifestó esta otra vecina, que aprovechó la oportunidad para quejarse de la velocidad de las bicicletas y patinetes en zonas peatonales. Dicho queda.

Un poco más abajo, el Ayuntamiento mantenía una actividad presencial a medio gas. La valla plástica que ha presidido una de las puertas seguía allí, mientras que del otro acceso solo una hoja permanecía abierta y custodiada por un vigilante de seguridad. Desde un establecimiento de Viana explicaban a unos clientes que habían decidido volver nuevamente al trabajo, mientras que en una tienda de cartuchos de tinta hasta se formaba una pequeña cola en el exterior -con la correspondiente distancia entre clientes- y una mampara a la entrada.

También pasaba por el casco Domingo Pérez. Cansado del confinamiento, de las horas muertas y de un no hacer nada que hace tiempo que dejó de ser un placer, se movía este lunes por las peatonales con tranquilidad, disfrutando del momento. "Está muy bien la nueva situación y, sin embargo, noto a mucha muy estresada: unos dicen que si el presidente de España lo está haciendo mal, otros apoyan al Gobierno...", comenzó su reflexión. "Veo bastantes negocios abiertos y gente en la calle; yo tenía muchas ganas de salir para desconectar del confinamiento", señaló este otro ciudadano, que también se mostró dispuesto a aprovechar la posibilidad de trasladarse a otros municipios para recorrer en los próximos días parte de la Isla.

El terraceo, ese neologismo al que el confinamiento le ha dado más fuerza, era el gran protagonista de la mañana. No dudaban algunos clientes en brindar o en levantar los vasos de cerveza ante la propuesta de una foto. El célebre Carrera, en la calle del mismo nombre; La Tronja, en la confluencia de San Agustín y Ascanio y Nieves, y especialmente el entorno de La Concepción, con locales como el Benidorm abiertos, eran algunos ejemplos conocidos de que ayer esta actividad estaba al alza. "Se percibe la reactivación, sobre todo en esta zona", comentaba Narciso Suárez en la plaza Doctor Olivera. "Veo gente en la calle, los establecimientos con movimiento y, sinceramente, tenía ganas de salir para pasear, hablar, tomar algo...", reconoció.

No se quedaba el reimpulso en el centro más céntrico de la Ciudad de los Adelantados. San Benito, San Honorato, El Coromoto... también parecían haber recuperado algo su actividad. Incluso más abajo, la Finca España, una ciudad en pequeño, desprendía vida en su pulmón, la avenida de Las Palmeras, en una mañana en la que, si no todo volvió a ser igual que antes, al menos sí se pareció un poco. Después llegó la tarde, se cubrió el cielo y empezó a llover como si fuese diciembre, metáfora quizá de un tiempo de dudas, volatilidad, incertidumbre.

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