Presiones de Moscú

El dilema ruso de Georgia

Tbilisi, que tramita una ley de agentes extranjeros similar a la del Kremlin, hace equilibrios para acercarse a la UE y a la vez no hacer enfadar a Moscú

Manifestantes con una bandera de la Unión Europea en las protestas contra la ley de agentes extranjeros de Georgia, esta madrugada en Tbilisi. /

Manifestantes con una bandera de la Unión Europea en las protestas contra la ley de agentes extranjeros de Georgia, esta madrugada en Tbilisi. /

Àlex Bustos

El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, lo expresó muy claramente a principios de febrero de 2023: agradecía a Georgia "no molestar a Rusia" en estos tiempos complejos. Concretamente se refería a la ausencia de sanciones, ya sean económicas o de movilidad. Pero Tbilisi sabe bien lo que es luchar contra Moscú en inferioridad de condiciones y sin apoyo de ningún país occidental; en 2008 vivió en sus carnes un conflicto breve. Por ello, la sociedad georgiana está volcada con el apoyo a Kiev, algo que se aprecia paseando por las calles de ciudades georgianas, donde se ven todo tipo de banderas ucranianas u otras pancartas de apoyo. Su gente también ha aportado a cientos de voluntarios al frente y donativos económicos.

Este claro apoyo a Kiev no se ha expresado desde el poder georgiano, algo que indigna a la población y tensa su relación con el Gobierno, algo también criticado por la presidenta del país, Salomé Zourashvili. Las protestas de este martes y miércoles contra la ley de agentes extranjeros que tramita el Parlamento lo ejemplifican: los manifestantes lucían banderas tanto georgianas como de la Unión Europea, además de carteles caricaturizando al primer ministro, Irakli Garibashvili, como un cerdo, al ser el rostro de un rumbo más prorruso del país. Él es uno de los defensores del proyecto de ley de agentes extranjeros que, según organizaciones de derechos humanos, supondría la marginalización de oenegés y medios independientes georgianos.

No es ningún secreto que la base de este proyecto de ley, que el martes superó su primera lectura, es la de agentes extranjeros de Rusia, que establece que cualquier organización o persona que reciba dinero del extranjero puede ser etiquetada como "agente extranjero" por el Gobierno, además de ver limitados sus derechos a algunos servicios públicos. Esta aparente intención del Ejecutivo de seguir la misma senda de Rusia genera mucho rechazo entre la población. Prueba de ellos son las protestas, respondidas la madrugada de este miércoles con gas pimienta y cañones de agua por parte de los antidisturbios.

Aún a día de hoy Rusia es uno de los principales socios comerciales de Georgia. Según datos del Banco Mundial, es el tercero en importaciones en el país transcaucásico y el segundo en recibir productos georgianos. Años atrás era también uno de los destinos turísticos favoritos de los rusos por sus bajos precios, por el uso extendido del ruso y su buen clima y gastronomía. En 2019 se produjeron manifestaciones en contra del Kremlin en el país, algo a lo que Moscú respondió prohibiendo unilateralmente los vuelos directos entre Rusia y Georgia, provocando daños en la industria turística del país. Y ahora que Tbilisi se plantea reanudarlos, Occidente le pide abiertamente que considere mantenerlo tal y como está actualmente para sancionar a Rusia.

Títeres de Moscú, complicaciones para Georgia

Desde que se disolvió la Unión Soviética en 1991, Rusia ha tenido como aliados a territorios independentistas ubicados en diferentes repúblicas exsoviéticas, independientemente de si los reconocía como países de pleno derecho o no. Esta actitud le sirve para presionar a los estados que, a ojos de la comunidad internacional, son dueños de estos territorios, como a Moldavia con Transnistria; además de existir la posibilidad de acabar anexionándoselos, como ha pasado con Donetsk y Lugansk en Ucrania.

En el caso de Georgia, estos territorios son Abjasia y Osetia del Sur. Periódicamente Rusia manda señales de que podría querer anexionarse estos territorios y que pasen a formar parte de la Federación Rusa. La última vez que se hicieron públicas estas amenazas fue en mayo de 2022, cuando el presidente de Osetia del Sur de aquel entonces, Anatoly Bibílov, anunció que en julio siguiente se celebraría un referéndum de anexión. Semanas más tarde, su sucesor renunció al referéndum y anunció que se mantendría el status quo. Actualmente los georgianos tienen vetado el acceso a estas regiones. Para recuperar el control de estos territorios, Tbilisi se planteó en septiembre de 2022 la posibilidad de abrir un nuevo frente a Rusia, algo que se habría votado en referéndum. Esta iniciativa se desestimó rápidamente.

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