La huella de polen fósil es una eficaz herramienta para descifrar detalles de la evolución del cambio climático a lo largo de la Historia de la Tierra, información imprescindible para aplicar modelos de predicción del clima.

Los modelos no implican que "obligatoriamente" vayan a cumplirse, ya que otros agentes como la acción del hombre o la transformación geológica del planeta también influyen en la evolución del clima, explica la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Pilar S. Testillano.

Sin embargo, Testillano recalca que un concienzudo análisis de sedimentos de polen terrestre y marino sobre las condiciones climáticas del pasado allana el camino para elaborar modelos de predicción de la evolución natural geológica del clima.

El polen está formado por una o varias células vivas, protegidas por envolturas o paredes inertes.

Cuando la parte viva del polen muere después de cierto tiempo, la pared externa permanece, inclusive se fosiliza y es resistente tanto a la degradación química como a la biológica, lo que le confiere características microscópicas únicas para clasificarlo e identificarlo.

Los estudios de polen marino realizados en el Mediterráneo sobre la evolución de la desertización ofrecen datos sobre el plancton que, a su vez, informa sobre la temperatura del agua o la cantidad de CO2 en la atmósfera, claves para obtener información sobre el clima.