Prácticamente tres de cada diez jóvenes canarios dejan sus estudios sin haber obtenido más título que el graduado en Secundaria, y eso en el mejor de los casos. Las Islas tienen un grave problema en este sentido, más aún que el conjunto de España, que ya se sitúa a la cabeza de Europa en este triste registro.

La urgencia por mejorar estas cifras ha llevado a la Consejería de Educación a encargar a un grupo de docentes de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria una ambiciosa investigación sobre este fenómeno y, aunque aún no la han finalizado, ya cuentan con "hallazgos aislados" -en palabras de la coordinadora del proyecto, Rosa Marchena- acerca de los factores que empujan al abandono escolar temprano.

Alumno, profesorado y familia -sus características y peculiaridades- conforman los tres vértices de esta situación. Así, respecto al contexto familiar, el estudio apunta a que "la baja supervisión educativa de los padres y las madres es el factor que más influye en el riesgo de abandono", indica Marchena.

Desde esta misma vertiente del problema, los hermanos mayores "ejercen como un apoyo importante en la decisión de seguir estudiando", pero también, advierte, como una influencia muchas veces "contradictoria", pues "animan a sus hermanos menores, pero emergen como un modelo de imitación negativo, ya que un importante número de ellos ha dejado de estudiar en edades tempranas".

Cuando se abordan las características del propio estudiante se observa que sus bajas competencias en el desarrollo personal y escasa resiliencia -capacidad de afrontar las adversidades-, junto a reducidas competencias cognitivas, pueden predecir el riesgo de abandono temprano.

Por su parte, un profesor "no cercano", con el que el alumno tiene, desde su percepción, una relación "conflictiva", que no lo escucha o que lo expulsa con frecuencia de clase puede también contribuir a que el menor decida dejar sus estudios antes de tiempo.

Son solo apuntes de futuras conclusiones que se confirmarán cuando se presenten los resultados definitivos -hacia enero o febrero- de una investigación que actúa sobre una muestra de 3.574 alumnos de 57 centros de toda Canarias y de diversa procedencia social y geográfica, además de 2.229 familias -un 83% madres- y 533 profesores.

Un 70% de los estudiantes seleccionados no presentaban riesgo de abandono, en tanto que casi un 17% de ellos "podrían estar próximos a tomar esta decisión", advierte la coordinadora del estudio.

Una vez terminada la investigación, dará pie a actuaciones concretas para frenar el "éxodo" prematuro de las aulas. De hecho, están empezando a planificarse. Incluyen el denominado Proyecto de Continuidad Escolar, consistente en cambios organizativos y didácticos en los centros a partir de "informaciones prácticas" contenidas en el estudio.

También será necesario, continúa Rosa Marchena, "avanzar en una formación útil y práctica con las familias", de manera que estas "aprendan a acercarse a la adolescencia, a vivir más allá de los conflictos familiares, a llevar un estilo de vida saludable en familia, a comunicarse de forma adecuada y a tomar conciencia del apoyo tan importante que supone la relación entre familia y escuela".

Asimismo, la Administración educativa debe hacer "un esfuerzo presupuestario importante" para incrementar la oferta de matrícula en los ciclos formativos de grado medio, que son aquellos por los que optan los alumnos que no desean pasar a Bachillerato al terminar la Secundaria.

"Estamos constatando desde diversas fuentes -directores, profesores y los propios alumnos- una queja continua ante la cantidad de chicos y chicas que paran sus estudios a los 16 años porque no tienen plaza en ninguno de estos ciclos", afirma Marchena.

Los autores de la investigación esperan que estas medidas surjan "desde una evaluación pormenorizada de la realidad" y romper así con la idea de que los programas de mejora en educación "nacen desde arriba, por decisiones jerárquicas del poder político".