Julia Méndez Aparicio, la octogenaria bibliotecaria que hoy es nombrada directora honoraria de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, no solo reunió los cien mil libros de la colección Borbón-Lorenzana sino que clasificó las bibliotecas infantiles por edades y puso en marcha los bibliobuses en España.

"Fue un auténtico milagro, yo creo que me ayudó Lorenzana, que es leonés como yo", ha explicado a en una entrevista la que fuera directora de la biblioteca pública de Toledo desde 1959 hasta su jubilación en 1995, una mujer que a sus 83 años sigue trabajando en otra de sus especialidades, las encuadernaciones.

Méndez Aparicio no tiene reparos en hablar de la colección Borbón-Lorenzana (libros del siglo XVI al XIX) "como si fuera un hijo" suyo y recuerda aquellos tres días de invierno, mediados los años sesenta, en que llegaron "en camiones" al antiguo Convento de Santa Fé -entonces sede de la biblioteca pública de Toledo- la mayor parte sus fondos, que estaban en el Seminario de Toledo.

Hasta llegar ese día, la directora de la biblioteca pública ya había conseguido que el Arzobispado donara la colección al Estado a través de un convenio que consiguió reunificar la Borbón-Lorenzana, compuesta por unos 700 manuscritos, 400 incunables y más de 100.000 libros impresos entre los siglos XVI y XIX, que hoy forman parte de la Biblioteca de Castilla-La Mancha.

"En ese momento, actuaron como verdaderos religiosos y dijeron: ''Esto no puede estar así, el Estado la va a adecentar y catalogar''", ha explicado la bibliotecaria, subrayando que el Arzobispado valoró más la salvaguarda de la colección que tenerla en propiedad, algo en lo que fue un gran apoyo el entonces obispo auxiliar, Anastasio Granados.

Una vez juntos los libros, se limpiaron, se dividieron por siglos y por decenas de años y empezó su catalogación, una tarea a la que Méndez Aparicio ha dedicado muchos años.

La bibliotecaria no solo dirigió la biblioteca pública de Toledo durante 35 años sino que hasta 1982 fue coordinadora provincial de las bibliotecas públicas y puso en marcha las casas de la cultura de Talavera de la Reina, Ocaña, Consuegra y Corral de Almaguer, entre otras.

Para los pequeños pueblos pensó en bibliobuses, que no existían en España y que empezaron a funcionar en los sesenta en Toledo de forma pionera, una vez que Méndez Aparicio estudió el sistema que había en Gran Bretaña y Estados Unidos.

Cuando Julia Méndez Aparicio se hizo cargo de las bibliotecas de la provincia de Toledo, el presupuesto que la Diputación destinaba a este recurso no llegaba a las cien mil pesetas (600 euros), pero, cuando se marchó en 1982, el presupuesto anual rondaba los treinta millones (180.000 euros) y era la Diputación que más dinero aportaba de toda España.

Esta mujer, la mayor de ocho hermanos, que estudió Ciencias Románicas y que iba para catedrática de Literatura hasta que las bibliotecas se cruzaron en su vida, afirma que el "sentido común" guió muchas de sus decisiones, como dividir las bibliotecas infantiles por edades para fomentar en los niños "el placer de la lectura".

Fue la precursora en España de un sistema copiado incluso en la extinta URSS.

Méndez Aparicio no teme en absoluto que internet y las nuevas tecnologías acaben con las bibliotecas y asegura que a lo largo de la historia ha cambiado "el lugar en que se recoge el pensamiento humano", desde la biblioteca de Asurbanipal en tablas hechas de arcilla (siglo VII antes de Cristo) hasta el papiro y el pergamino.

"Da igual que el soporte sea otro. La lectura, las bibliotecas y los lugares donde tú puedas acudir, seguirán existiendo", asegura.

El homenaje que hoy recibe en Toledo la satisface, sobre todo "por pensar que a un bibliotecario se le reconoce la labor que ha hecho".