Las propiedades cardiosaludables de la flor de sal, un producto artesanal que en la península sólo se obtiene en las salinas tradicionales Biomaris de Isla Cristina (Huelva) a partir de agua marina, han conquistado a buena parte de los países europeos y está despertando cada vez mayor interés en China.

Manuela García ha sido de la impulsora de esta iniciativa, que ella reabrió en 2004, un año después de que su padre la cerrara tras cinco décadas de explotación, adaptándola a las nuevas demandas de los consumidores y convirtiendo a ''la flor de sal'' en su principal reclamo y, por ende, en el producto que sostiene económicamente la empresa.

Según ha explicado, la flor de sal es una fina película de cristales de sal que se forma encima de las pilas de las salinas, donde entra el agua del mar, recogida mediante coladores que nunca tocan el fondo, menos salada y es ideal para platos acabados.

La singularidad de esta sal reside en su valor tradicional y calidad natural, recogida en un entorno excepcional, (a primeras hora de la mañana y al atardecer), es una sal muy ligera, pesa muy poco y se parte con facilidad; además su secado es natural.

"Estas características se traducen en la alta calidad como elemento, apreciadísima por los grandes gourmets e indispensable en la dieta mediterránea", ha indicado García, quien ha apuntado que la flor de sal es "única en su composición pues contiene menos sodio, y es mas rica en calcio, hierro, flúor, magnesio y yodo, esto la hace muy beneficiosa para la salud y para mantener el equilibrio natural del cuerpo".

Biomaris produce al año quince toneladas de flor de sal, una cantidad que puede variar sensiblemente en función de las condiciones climáticas que marcan la entrada y salida de agua a los esteros de la salinas.

Alemania fue el primer país que mostró verdadero interés por este producto, donde llega desde hace seis o siete años, a éste le siguió Francia, hace dos años, Reino Unido el año pasado y Noruega este 2013.

Las posibilidades de exportación de este producto no quedan ahí ya que, ha indicado García, otros ya han mostrado su interés y no sólo de Europa, también de Asia, concretamente China.

Sin embargo, Biomaris se encuentra con un hándicap en que es una salina tradicional con una producción reducida, lo que "impide que se puedan contratar grandes cantidades con empresas".

Para superar esta dificultad, García trabaja en la puesta en producción de otras salinas de la localidad para poder aumentarla, una tarea, ha dicho, que "no está exenta de dificultades".

La salina Biomaris se incluye en el proyecto ''Ecosal Atlantis'', en el que participan trece entidades de Francia, Reino Unido, Portugal y España, y que tiene como objetivo principal apoyar la rentabilidad y la diversificación del sector salinero, mediante un desarrollo conjunto, integral y sostenible del turismo de los espacios salineros tradicionales del Atlántico.