"La Bella Durmiente", el cuento clásico escrito por el francés Charles Perrault en el siglo XVII, se adapta a los nuevos tiempos con la ayuda de la locutora francesa Élodie Fondacci, quien acaba de publicar "La Bella Durmiente del Bosque", una versión pensada para ser narrada en voz alta.

Fondacci, conocida locutora en la radio francesa cuya especialidad es la de "cuentacuentos" a través de las ondas, propone en esta nueva edición, publicada por Edelvives, un acercamiento al cuento tradicional desde una redacción más oral.

Para su adaptación Élodie Fondacci, diplomada en Letras Modernas y Ciencias Políticas, ha contado con la inestimable colaboración del ilustrador Éric Puybaret, también francés y muy conocido en su país después de publicar más de veinte títulos, entre ellos "Semillas de cabañas", "Los islotes de Pedestal", "El gran mago de Plantagás" o "Mi padre fue rey".

Charles Perrault fue el primero en plasmar por escrito esta fábula popular en "Cuentos de Mamá Ganso" (1697), aunque luego la misma sería recreada por los hermanos Grimm en 1812, con algunas diferencias entre ambas, y más tarde (1959) llevada a la gran pantalla, en dibujos animados, por Walt Disney.

En la adaptación realizada por Élodie Fondacci, la historia se aligera aunque en esencia el argumento es el mismo: una princesa a la que una bruja disfrazada de hada lanza un conjuro para que, al cumplir 16 años, la joven muera al pincharse con el huso de una rueca.

El maleficio se cumple pero, como en el cuento original, el deseo de un hada buena hace que en realidad la princesa no muera sino que duerma, ella y todo el personal de palacio, cien años hasta que un príncipe valiente la encuentre y la despierte con un beso.

Las coloridas ilustraciones de Éric Puybaret, quien cuenta con una sólida trayectoria en la literatura infantil y juvenil, aportan al álbum un aire especial, al lograr trasladar al lector hasta un impresionante palacio lleno de torres y personajes lujosamente ataviados.

A ello contribuyen las impresionantes ilustraciones nocturnas del castillo, sus decorados interiores, la rica indumentaria de los reyes y su hija, la princesa, la muralla de espinos que cercan el palacio y, sobre todo, la impactante aparición de la malvada bruja causante del maleficio rodeada de cuervos.

La imagen más célebre del conocido cuento, el encuentro entre el príncipe y la princesa aún dormida, pone, como en el original, el punto y final a una historia transmitida de forma ininterrumpida y de generación en generación desde el siglo XVII hasta el momento actual.