La oruga procesionaria amenaza los pinares. Es la plaga que vuelve cada primavera y ocasiona la pérdida de hojas de los pinos. Los vuelve vulnerables frente a otras enfermedades e insectos que atacan árboles débiles, lo que puede llegar a causarles la muerte. La sequía, el prolongamiento de las estaciones templadas y la mayor calidez de otoños e inviernos están modificando el ciclo de vida de estos insectos, adelantando y alargando su época reproductiva. La oruga Thaumetopoea pityocampa posee unos arpones venenosos en sus pelos tóxicos y urticantes que, al ser expulsados y entrar en contacto con la piel, provocan efectos parecidos a la alergia, pudiendo ser graves en niños y mascotas. Es muy peludo, de entre 4 y 6 centímetros, con cabeza y piel de color negro y costados en tono grisáceo. Muy afectados se ven los pinares de la sierra de los Filabres (Almería), Oliva (Valencia), los barrios de Carabanchel y Latina de Madrid, Puerto Real (Cádiz), Torrevieja (Alicante), así como Ares, Cabanas u Ortigueira, en La Coruña.