Roberto Mickel es un tinerfeño que reside desde hace tres años en China y que ha aprovechado el impulso que le está dando el país asiático al fútbol para enfocar su vida laboral. Aficionado, pero no profesional de este deporte, primero tuvo la idea y luego se preparó para ejercer de entrenador. Ahora trabaja como técnico en dos academias, una estatal y otra privada, y quiere abrir la puerta de este emergente mercado a Tenerife y al club representativo.

Hace una década, cuando empezó a aprender el idioma estando en contacto con la comunidad china de Tenerife, no imaginó que iba a terminar participando en el programa de fomento del fútbol que han puesto en marcha con tanto empeño las autoridades de China. "Se han planteado ser una potencia en 2020. Quieren ser los mejores en todo y tienen dinero. Y es una buena oportunidad", afirma Mickel, quien inicialmente, una vez en Shenzhen, se adentró en el negocios de la exportación de tecnología pero no tardó en darse cuenta de que el fútbol podía resultar una alternativa interesante. De hecho, viajó a la Isla para obtener la titulación de entrenador y regresó a China para volcarse en este cometido. "El Gobierno quiere dar clases de fútbol en los colegios, y vimos una oportunidad de trabajar en ese sector", apunta sobre una apuesta que va muy en serio. "Los colegios tienen campos de césped natural, pero también hay instalaciones de hierba sintética".

Esta incursión en el crecimiento del fútbol en China le ha servido para comprobar que las academias y los clubes están dispuestos a invertir en experiencias fuera del país, a modo de campus, visitas, cursos, partidos... Y España figura entre los destinos preferidos. Mickel mantuvo una reunión con el director general del Tenerife, Víctor Pérez Borrego, para exponerle las ventajas que ofrece este mercado.