La consejera de Turismo (y ocasionalmente Cultura) se despachó ayer en una dadaísta rueda de prensa para dar cuenta del éxito inenarrable del 33 Festival de Música de Canarias. Las declaraciones de la consejera fueron precedidas, como suele ocurrir, por el artículo correspondiente de Enrique Mateu, uno de los colegas de Nino Díaz, publicado en la web que Mateu creó después de sacarle medio millón de euros a Cultura por otra que nunca llegó a funcionar, en la que se despacha a gusto contra todos los que han cuestionado el disparate que ha sido el Festival 2017. Mateu explica los argumentos que van a ser usados, y la consejera del ramo, cual pajarito frito de guiñol, repite cantarinamente los datos. Pocas veces se habían escuchado trolas tan evidentes en una rueda de prensa de Cultura. No se trata ya de que la consejera diga cosas que no son ciertas, es que dice cosas que no son ciertas que niegan las cosas que no son ciertas que dijo hace unos días, que negaban a su vez las cosas que no son ciertas que prometió solemnemente que no ocurrirían nunca.

La conclusión es que Nino Díaz y su cuadra de "agitprop" y sectarios se han cargado el Festival 2017, y probablemente el de 2018, que ya debería estar prácticamente programado. A cambio de cargárselo no han conseguido nada de lo que prometieron: no han encontrado por ningún lugar ese público nuevo que les esperaba ansiosamente, pero sí espantaron al de siempre. Vendieron la mitad que el año pasado, gastaron más y lograron que se dieran de baja la mitad de los abonados y que los auditorios estuvieran vacíos, como pudo verse. No les ha funcionado la dispersión de buenos conciertos, con salas vacías. Y no han aumentado la cuota canaria: de las 78 obras programadas, solo hubo dos estrenos canarios, uno programado tan a última hora que no figuraba en el programa. De los intérpretes, aparte las orquestas y el coro de la filarmónica, solo quince de los cientos de los que participaron han sido canarios o residentes aquí.

Pero todo eso es lo de menos. En política cultural es frecuente cometer errores: a veces se hacen las cosas mal queriendo hacerlas bien. El verdadero problema aquí -siendo grave- no ha sido la acumulación de errores, sino la soberbia extraordinaria con la que se ha procedido, no escuchando a nadie. El cese del consejo asesor por opinar que se iba proa al marisco; las mezquinas venganzas o los linchamientos en la web subvencionada, de todos los críticos y opositores; el malabarismo con los datos; la compra camuflada de entradas con dinero de organismos dependientes del Cabildo de Lanzarote; las campañas para movilizar público militante y cautivo a conciertos de música contemporánea. Y, sobre todo, la intención recurrente y sistemática de falsear lo ocurrido para no asumir el error: la consejera Mariate Lorenzo dice que asistieron a los conciertos 30.000 personas frente a los 24.000 del año pasado. Hace la cuenta asegurando que fueron miles de personas a conciertos en los que no se contabilizan los asistentes. La trampa no se sostiene: si fue más gente, ¿cómo pudo recaudarse menos? ¿Cómo se puede ingresar la mitad de dinero con el doble de conciertos si además asistieron 7.000 personas más que el año pasado? Mariate no nos dice la verdad.

La cuestión es saber si no la dice porque quiere engañarnos (quizá para tapar la responsabilidad de David de la Hoz y su "cuota conejera" en el dislate), o no la dice porque se está dejando engañar ella, para evitar asumir las responsabilidades que dijo que asumiría.

La forma de saber si nos ha mentido o si es a ella a la que han tomado el pelo es someterse a una investigación parlamentaria. ¿Lo hará?