Con cansina insistencia, en los meses previos a las elecciones, la mayoría de los periodistas de Canarias -más aún en Gran Canaria- dieron por hecho que el próximo Gobierno regional sería fruto de un acuerdo entre Coalición Canaria y el PP. Esa idea, surgida básicamente en el entorno del presidente Rivero, fue intensamente reiterada también por una parte del PSOE y de Nueva Canarias, llegando a convertirse en un mantra de campaña. Lo cierto es que ni una sola vez se produjo una declaración en ese sentido por parte del candidato de Coalición, que dedicó parte de sus declaraciones públicas precisamente a desmentir la existencia de tal acuerdo previo.

Ahora, la Permanente nacionalista ha planteado el inicio de contactos con el PSOE para un pacto regional amplio que cubra el Gobierno y las principales corporaciones de Canarias, y al que podrían incorporarse otras fuerzas políticas donde resulte necesario. En Gran Canaria y las islas orientales, por ejemplo, es imprescindible contar con ellas o -dicho con más propiedad- sumarse a pactos de otras mayorías. El concurso de Coalición en el gobierno del Cabildo grancanario sería sólo testimonial, pero ayudaría a avanzar en la normalización de relaciones entre Coalición y Nueva Canarias, asignatura pendiente del nacionalismo.

Todo apunta, en cualquier caso, a la existencia de una voluntad de acuerdo entre Coalición y el PSOE, contraria a lo que se vino diciendo antes de las elecciones. Hay quien cree, incluso, que este asunto estará prácticamente zanjado en unos días. Yo intuyo que el proceso va a ser más laborioso, y que las negociaciones las carga el diablo: lo que hoy parece de una forma, mañana puede ser justo de la contraria. La oferta del PP de facilitar un Gobierno regional en minoría hasta el próximo enero es sin duda tentadora para Coalición, aunque no resuelve los problemas de Coalición ni en las islas orientales ni tampoco en La Laguna, una de las claves, junto a La Palma, del resultado final.

Es aún pronto para dar esto por concluido, y puede además torcerse en cualquier momento. Probablemente veremos momentos (o escenificaciones) de tira y afloja y situaciones de extrema tensión, incluso de ruptura. Pero eso es de manual.

Para variar, los dos principales partidos implicados deberían apuntar que algo ha cambiado -también- en la política canaria, que hay nuevos escenarios y nuevos protagonistas, y hacer un esfuerzo de trasparencia y seriedad. Adquirir compromisos conjuntos con la ciudadanía, explicitarlos y pactar siempre sobre programas concretos, no sobre repartos de parcelas de poder. Romper con la vieja política en la presentación de los acuerdos. Y sumar voluntades.