Da pavor contemplar los telediarios y leer los periódicos y escuchar la radio y ver en qué se ha convertido este país. Gobiernan los jueces y los inspectores de la Agencia Tributaria, pero ¿quién vigila a los vigilantes?

Este país de chorizos ha cavado su propia tumba y empieza el desfile hacia la cárcel de tonadilleras y políticos, en una extraña mescolanza. Si yo mandara algo en Madrid trasladaría la Fiscalía Anticorrupción al plató de "Sálvame" y le daría la oposición a Mila Ximénez y a Quico no sé qué.

Cuando lo de Italia, los jueces se cargaron el país, pero la corrupción se detuvo. Y entonces, una vez concluido el trabajo, los jueces se metían a políticos. Aquí, en España, la televisión de Berlusconi, que es un golfo, se encarga de perseguir a otros golfos, sin que se pueda determinar si coincidirán perseguidores y perseguidos en la misma mazmorra. Es curioso que la tele de Berlusconi ejerza de justiciera en España, mientras el jefe se defiende en Italia y, cuando mandaba, se dictaba leyes a sí mismo para salvarse del entalegamiento. Este mundo se ha vuelto loco. En España tenemos el glorioso caso de Garzón, que pasó de verdugo a reo en un plis/plas y luego van y lo distinguen en Argentina, dicen que porque Cristina Kirschner, que es una gatita, se ha enamorado de él. El amor en los tiempos del ébola. Los Pujol, al talego; Bárcenas, con nuevas cuentas en Bahamas; el PP con obras de baracalofi en su sede de Madrid; los sindicatos con honorables miembros del Club de la Tar Jeta. Pero, Dios mío, ¿quién se escapa aquí? Si hasta Pedro Pacheco, aquel que dijo que la justicia era un cachondeo, está ya en la mazmorra, a la que fue conducido, engrilletado, tras ser detenido mientras se desayunaba en Jerez.

Este es un país que se ha vuelto tremendamente peligroso y aun así hay gente que quiere entrar en política. Muy desesperada tiene que estar esa gente, porque los fiscales y los jueces acechan. Tienes un desliz y te enchironan cinco años o seis o más.

A este paso, yo solo voy a admirar al pequeño Nicolás, ese genio de la nueva picaresca española, que lo mismo arreglaba lo de la infanta Cristina que pactaba en nombre de la Casa Real con los alcaldes incautos. Esto no tiene remedio, señores, somos Europa, pero del Sur, jugamos a la bono loto y siempre esperamos que nos toque el gordo de Navidad para darle a la sidra "El Gaitero", porque tampoco tenemos fundamento para consumir champán. Y al cava lo están boicoteando por culpa de Arturo Mas, otro ejemplar. Así que vayan comprándose un pijama a rayas porque el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.