Con saña infinita, el ministro Montoro, el gran inquisidor, ha arremetido contra Jordi Pujol, quien supongo que tendrá un juicio justo, aunque sean imposibles los juicios justos. A pesar de que la cosa pinta mal, un ministro debe ser el menos indicado para poner a los pies de los caballos a un político rival, para que a su declaración le siga el juicio mediático. Dejen que Pujol se defienda y cuando un tribunal lo crucifique, entonces que Montoro pida para él la cruz y le clave la lanza en el corazón.

Y que recuerde algo Montoro: en este país todo el mundo, incluso él, puede tener un muerto en el armario. Así que mejor que se calle, que espere y que contribuya a fortalecer el estado de derecho y no los juicios paralelos abominables, a los que son tan aficionados tanto el PP, como el PSOE, como la izquierda rancia que ya no pinta un carajo en este país.

Lo bueno que tienen los gallegos como Rajoy es que saben callar y mandar a los gregarios a hacer el trabajo sucio. Se sabe que Mas tiene un expediente en el CNI que abulta varios gruesos cuadernos. Lo tiene bien guardado la inteligencia, pero el gallego no va a dudar en sacarlo a la calle si Mas se atreve a convocar la consulta. De momento, la derecha catalana está con Rajoy, pero el sentimiento catalán es peligroso pisotearlo. A Companys lo convirtieron en un ídolo; algo que él nunca soñó. Era más práctico Tarradellas: "Dadme un banco, un periódico y la policía y yo construiré un país". Qué pena que fuera tan mayor: casi lo consigue. Montoro no se hubiera atrevido con el honorable. Porque era honorable, precisamente. Los modernos, en principio, parece que no lo son tanto. O sí, habrá que ver.

El país está convulso. Este va a ser un mal otoño. Los sabuesos de la Agencia Tributaria olfatean aquí y allá. Ya en España no se teme a la Policía, sino a los inspectores de Hacienda. Si yo les contara. Parece que hay algunos aquí, en las Islas, bajo investigación severa. Otros son objeto de querellas por parte de los contribuyentes, por abusadores. Si malo es un estado policial peor es un estado tributario. Y eso.

Montoro ha metido a Pujol en un lío, porque todas estas cosas predisponen a jueces y fiscales contra el sospechoso. El ministro no debería hacer esos alardes. Algunas personas de su partido, incluso, deploran esta actitud virulenta, impropia de un hombre que debe mantenerse sereno ante eso que llaman "la coyuntura". Que Dios nos coja confesados en este atribulado ruedo ibérico.