Con la Supercopa de Europa, que ganó el Real Madrid, ha comenzado el fútbol oficial, el de verdad. En pleno agosto, cuando todavía ustedes están de vacaciones. Y yo no sé si esto de que empiece el fútbol tan pronto es bueno o malo, quizá sea bueno para que la gente no hable de Pujol y demás chorizos que en esta tierra son.

Así se descafeinarán las tertulias de mañana y de tarde en los horripilantes canales que se hacen llamar generalistas, aunque no lo sean. Más bien son amarillistas, huecos y enamorados de los realities que, en sí mismos, constituyen una gran memez colectiva.

Menos mal que ha comenzado el fútbol, así que nos entretendremos más quienes nos sentimos indiferentes con lo que haga con su cuerpo el hermano de la Jurado, un tal Amador, y la hija de la Pantoja, a la que en un canal llaman Isabel II. Que ni chiquitos personajes.

on ellos dos han estado meses los totorotas de Tele 5, los de "Sálvame", que cuando la toman con alguien no acaban hasta que lo destrozan. A Ortega ano lo masacraron; no descansaron hasta que lo metieron en el talego. Ya se sabe que Ortega es propenso al morapio, pero, coño, es que al hombre le hicieron un siete los tíos.

Otra cosa muy bonita de las teles son los informativos de izquierdas, como los de uatro y los de La Sexta. Les dan unos palos monumentales al Gobierno, pero además sin ton ni son. Porque si las críticas feroces fueran por algo que el Ejecutivo haya hecho mal, vale; tienen muchos motivos. Pero no relatan nada que Rajoy y los suyos hagan bien. Ni una. Y, claro, aburren al personal. A mí me aburren y miren que yo, por lo general, no voto al PP.

Menos mal, pues, que comienza el fútbol, que por lo menos entretiene y emociona, cosa que no logran ni los presentadores de televisión, por lo general unos plomos de campeonato, ni el Gobierno del señor Rajoy. Que ha tenido un acierto político (para él, para otros no): hacer tambalear el referéndum catalán gracias al NI y a la Agencia Tributaria, que son como dos brazos peligrosísimos al servicio del Estado. No habrá referéndum y Mas puede acabar en el mismo sitio que Pujol. Y, si no, al tiempo.

A la maquinaria del Estado es muy difícil doblegarla. Y la democracia no es más que un abuso de la estadística, como dijo Jorge Luis Borges, que tenía muy mala leche. Aquí el que tiene el poder y lo ejerce, generalmente gana. Pregúntenselo a los Pujoles.