Hombre, viajar en agosto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La aglomeración es el peor enemigo del mes y también el calor. Pero esto se arregla programando bien el vuelo, en asientos más cómodos, y yendo a lugares donde el calor no sea el enemigo a batir.

Ahora están de moda los buscadores de hoteles y de vuelos y cruceros. ay muchos en la Red y generalmente funcionan bien. Te descubren hoteles nuevos, buenos y no demasiado caros y tarifas aéreas y marítimas que serían inalcanzables sin esos buscadores.

Con la Internet, todo ha cambiado. Ya no se puede viajar sin ella; se acabaron los folletos de hoteles y muy pronto no habrá tarjetas de embarque, sino que las facturaciones serán automáticas o por medio del móvil, sistema ya en marcha. Todo se mira en la Red, todo se hace a través de la Red, todo se paga a través de la Red.

Los aeropuertos son un hervidero y muy incómodos. Eso de esperar las maletas se ha convertido en una tortura, pero muy pronto ya no se volará sino con equipaje de mano y las viandas se enviarán al destino por paquetería exprés. Es mucho más cómodo. Viajar ligero de equipaje es una bendición. Si el sitio a donde vas es un buen lugar de compras, por ejemplo, los Estados Unidos, la propia tienda te lo pondrá todo en tu casa por correo o por currier, si la mercancía es mucha. Y, si no, pues la metes en un bolso de mano.

Las costumbres están cambiando. A los gomeros les tomaban el pelo cuando viajaban con la cartona, que era o una caja de cartón o una maleta, también de cartón, forrada de una tela de listas marrones, anchas y estrechas. Era en la cartona donde se metía de todo. Los gomeros, más sofisticados, viajan ahora con maletas de "Samsonite", como está mandado. Los gomeros y todos nosotros.

Viajar en agosto, bien programados, también puede ser una delicia; para ello no hay que confundirse con la multitud. Porque viajar en loor -y en olor- de multitudes es otro suplicio. ay que separarse del común, reservar los asientos con antelación (primeras filas, asientos situados en las filas de emergencia o, si es posible, en clase preferente). Y a no pasar estrecheces, que bastantes tiene ya la vida.

La perrera (clase turista) de los aviones yo la detesto, por estrecha, por maloliente muchas veces y por falta de atención. Se sacrifica demasiado el espacio. Se suda mucho y te toquetean por todas partes, que es algo que no soporto. Así que es mejor programar el periplo para uno viajar con gusto.