El conflicto venezolano genera tal abrumadora información que uno acaba agotado. Ahora es la Iglesia la que toma partido en el asunto y condena la violencia del régimen y alude a las muertes violentas y a las torturas. Monseñor , presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, ha sido extremadamente duro en esa condena. Y el bruto que gobierna ha dicho, torpemente: "Pues que traigan al papa, a ver si lo arregla".

España ha suspendido las ventas de material antidisturbios a Venezuela y es de desear que también de armas. Armas para matar a inocentes. El Gobierno hace aguas por todas partes. Pero cuando lo derroquen, lo cual llegará más temprano que tarde, ¿dónde irán Maduro y Diosdado "el Pimentón"? Pues a Cuba, que será el único país que les dará asilo.

Los dos -y Rafael Ramírez, presidente de PDVSA, mucho más- están forrados. No tendrán problemas de supervivencia, han sacado ya lo suficiente para vivir holgadamente el resto de sus vidas en lugares residenciales de Cuba, rodeados de lujos y de caprichos horteras.

Los tres integran el triunvirato que dirige Cuba como un imperio. Y han montado un pollo en su país, pollo heredado del que se murió, de aúpa. Tiene difícil salida Venezuela: o un golpe militar incruento que rompa la tiranía y abra la democracia, como el de Portugal; o un golpe de sentido común: que los que están se vayan voluntariamente (que es la única forma de que se puedan quedar en Venezuela). No hay más alternativas.

Y no hay más alternativas porque Maduro y sus brutos no dan para más. No tienen salida. Ni siquiera saben irse. Porque no conocen la dignidad, sólo la fuerza y la imposición. Y así no van a ninguna parte y han estrellado a su país contra un muro de roca viva.

La abrumadora información que nos llega del país hermano, de la Octava Isla, es muy triste. Nosotros lo sentimos muchísimo por tantos canarios que hay allí, tanta gente buena que no merece lo que está padeciendo.

Nos duele Venezuela, lo hemos dicho muchas veces. Nos duele la masacre que vive el país. Nos duele la gobernanza errática que sufre. Nos duele que un país rico esté arruinado y con la mayor inflación del planeta. Nos duele todo lo que hiera a sus habitantes nuestros entrañables hermanos. Tiene que haber una solución para la Octava Isla. Tiene que haberla y es preciso buscarla y encontrarla.