Escribe, desde nuestro punto de vista muy acertadamente, el profesor titular de Psicología de la Universidad de La Laguna José Tomás Bethencourt Benítez, que "En la revista Newsweek del 22 de junio de 2009 (págs. 44-48), el periodista Christopher Dickey, en su artículo titulado The empire burden, analiza los territorios del planeta Tierra que aún son colonias. Más concretamente, en esa lista aparecen Francia, con veintiuna colonias; Dinamarca, con dos; Portugal, con dos; España, con siete; Holanda, con dos; Noruega, con cinco; Reino Unido, con dieciocho, y Estados Unidos de Norteamérica, con catorce. Las Islas Canarias son precisamente una de las colonias que España continúa saqueando desde que fueran invadidas en el siglo XV, sometiendo a la esclavitud al pueblo originario del Archipiélago, los guanches. El colonialismo ha sido y sigue siendo un sistema perverso, un delito de lesa humanidad, que en lo económico, expolia; en lo cultural, aliena, y en lo psicológico, enferma.

Añade el profesor Bethencourt Benítez, en este trabajo publicado el sábado último en la sección La Prensa de nuestro periódico, "El colonialismo es un sistema perverso de dominación de una nación por parte de otra con fines básicamente de saqueo, robo o expolio económico. Tal sistema fue iniciado por España en el siglo XV, llevando precisamente el nombre de Cristóbal Colón, un aventurero, mercenario y ladrón que conquistó territorios y pueblos para los Reyes diabólicos (Católicos) de Castilla (Isabel) y de Aragón (Fernando). El nacimiento del colonialismo tuvo lugar en el año 1402 con la sangrienta conquista e invasión militar de Lanzarote, una de las ocho islas africanas y habitadas de Canarias. La conquista de las Islas Canarias concluyó en el año 1496 en la isla de Tenerife, la de mayor extensión, población y resistencia. Durante todo ese siglo XV que tardó España en invadir y someter al pueblo canario, también tuvo lugar la colonización de todos los pueblos del continente americano".

Recomendamos la lectura íntegra de este trabajo, titulado "El caso de las Islas Canarias. Liberación psicológica en las naciones aún colonizadas" y presentado como comunicación por el grupo de investigación Psicología Política de Canarias en el IV Congreso de la Unión Latino Americana de Psicología (volveremos a él en este editorial), por su interés a la hora de clarificar cuál es la situación psicológica de los canarios como pueblo colonizado.

En nuestros editoriales y comentarios hemos hablado muchas veces sobre la colonización de Canarias aunque todo lo que digamos al respecto nunca será demasiado; ni siquiera será suficiente. Canarias no es España ni es de España porque España es un país criminalmente invasor y saqueador no solo de estas Islas, sino de otras muchas tierras. Tarde o temprano, pues ya se acerca su ocaso, España tiene que desaparecer de Canarias. Si España quiere, podemos seguir siendo naciones amigas de igual a igual; y si no quiere que seamos naciones amigas, abandonaremos su cultura -aunque seguiremos con la cultura europea-, abandonaremos su lengua -seguiremos con lenguas europeas como la inglesa o la francesa- y desaparecerá todo vestigio de España en Canarias. Porque España no se está portando noblemente con la nación canaria: un país al que azotó con inusitada crueldad, antes de esclavizar y vender como esclavos a muchos de sus habitantes. A otros muchos los asesinó por oponerse al cautiverio en medio de un genocidio que deja pequeño al de los nazis. A los que sobrevivieron al holocausto, los obligaron a cambiar sus hermosos y sonoros nombres guanches por otros cristianos, así como a adoptar el apellido de sus nuevos amos. Es decir, los forajidos españoles que invadieron Canarias hicieron cuanto estaba en sus manos por hacer desaparecer todo vestigio de nuestros ancestros. Afortunadamente, no pudieron eliminar la sangre guanche que sigue corriendo por nuestras venas.

Añade el profesor Bethencourt Benítez que "el sistema colonial o el coloniaje implica varias condiciones. A saber: primero, existe un territorio habitado por un pueblo originario que es asesinado, invadido, conquistado y sometido por un ejército extranjero; segundo, la población originaria con una lengua, cultura y espiritualidad autóctona es esclavizada; tercero, la finalidad del proceso colonizador es la explotación, robo y saqueo económico; cuarto, para la perpetuación del expolio económico se mantiene la dominación política, eclesiástica, militar, policial, judicial, educativa, cultural, mediática y administrativa foránea". Asimismo explica este psicólogo que "en el siglo V, uno de los pueblos germánicos procedentes de Europa Central que se asentó en la península ibérica fue el vándalo, conocido por ser mentiroso, ladrón, sucio y asesino. Respecto a la inclinación patológica, obsesiva y compulsiva del colonizador español hacia el robo, el propio mercenario, esclavista y carnicero Hernán Cortés afirmaba de sí mismo lo siguiente: Nosotros los españoles sufrimos de una enfermedad que solo el oro puede curar".

Añade José Tomás Bethencourt Benítez, con toda la razón del mundo, que "donde hubo siempre queda. La reciente victoria electoral con mayoría absoluta obtenida por el PP (Partido de la Peseta), el 20 de noviembre de 2011, demuestra bien a las claras la pervivencia genética de ese pueblo vándalo y la orientación ideológico-política fascista de amplísimos sectores de la sociedad española". Una sociedad, añadimos por nuestra parte, cuyos gobernantes nos siguen explotando a través de la Agencia Tributaria. Mientras tanto, los machangos de Coalición Canaria, el partido que se creó con la idea (luego convertida en el gran engaño) de recuperar la independencia de estas Islas, convertidos en los cipayos de los invasores. Aunque en este partido están integradas dos formaciones nacionalistas, como son el PNC y el CCN, sus dirigentes no han querido o no han sabido cumplir con su condición de nacionalistas y luchar con todos los medios pacíficos para quitarnos de encima el pesado e infame yugo español. Algunos de sus militantes destacados podían haberlo hecho desde el puesto que ocupan y han ocupado en el Parlamento nacional español, pero han permanecido mudos.

Canarias necesita la independencia para que pueda sostenerse con sus propios recursos y, dentro de un adecuado programa de solidaridad, ayudar a sostener a otros países del mundo; inclusive a España. Por lo tanto, ese silencio de los representantes de CC en el Congreso de los Diputados clama al cielo. Entre ellos citamos a José Luis Perestelo, a Ana Oramas, a Román Rodríguez o a Pedro Quevedo. Ninguno ha pedido la independencia de su tierra. Se han limitado a ser cipayos de los españoles, dirigidos por el cipayo mayor; por el cipayo y lacayo político más granuja: Paulino Rivero y su alter ego en la sombra del poder, la goda política Ángela Mena.

Ya es hora de una libertad que puede venir por tres vías: la resolución 1.514 de la ONU, una denuncia de la Unidad Africana contra el colonialismo español y la propia conciencia de la UE, que obligue a España a descolonizar Canarias.