DE LAS REUNIONES que los representantes de la Concap están manteniendo con los medios informativos -EL DIA fue el primero- se deduce la preocupación tremenda del mundo empresarial por la situación económica de Canarias.

Nadie parece darse cuenta de la brutal tasa de desempleo en las Islas -31% de su población "activa"-, ante la indiferencia total del Gobierno de Paulino Rivero. Tan solo por este dato desolador, el presidente tenía que haber presentado su dimisión. Por vergüenza. Pero sigue escudándose en los buenos resultados del sector turístico. No dice que en este sector se está contratando mano de obra peninsular y extranjera por la falta de formación de los trabajadores canarios y por su absentismo.

Es que tampoco sabemos convencer a nuestra gente de que es preciso prepararse y arrimar el hombro, porque esto va a ser cada vez más competitivo.

Los empresarios, fundamentalmente de la construcción, están consternados por la ausencia total de ayudas. Pero, ¿dónde están los fondos destinados al empleo que supuestamente libró el Gobierno de Madrid? ¿En qué se los han gastado? Y si se los gastaron en su destino finalista, ¿con qué resultados?

Por decencia política, Paulino Rivero se tiene que marchar. Por decencia política y por batata, porque muy torpe tiene que ser un gobernante para mantener esas tasas de paro en su comunidad autónoma, meses y años, sin que el listón baje ni un cícero. ¿Pero qué es esto, caballero? ¿A dónde vamos a parar?

Canarias, con esta panda, no va a ninguna parte. Todo se les va en discursos vanos, en palabrería ramplona y en gramática parda. No hacen nada, no solucionan nada. Han convertido esta región en una caja burocrática, en la que no se mueve un papel, los trámites se eternizan y no se resuelven las demandas de los empresarios.

Tienen razón al quejarse los dirigentes de la Concap y de otras organizaciones empresariales. Esto es un desastre. Y, lo que es peor, nadie pone solución al desastre. Este año 2012 no se espera ningún milagro económico; y mucho menos con estos ineptos en el poder. Pero el pueblo sigue esperando. Y es tan bueno este pueblo que no ha provocado un estallido social.

No tienten más a la suerte, que todo podría llegar, más pronto que tarde.

Aquí nadie crea empleo, a pesar de los discursos vanos y de las sonrisas bobaliconas de los que gobiernan; unas sonrisas convertidas en muecas de lo más atroces, que turban no poco a los ciudadanos de estas desgraciadas Islas.