EL SEGUIMIENTO del volcán hasta ahora non nato -en superficie- de El Hierro por parte de los científicos se ha convertido en un coto cerrado. Es decir, especialistas españoles y extranjeros que han querido investigar el fenómeno han encontrado el rechazo de las autoridades políticas y del propio comité científico. Teniendo en cuenta que la ciencia es universal y no debe conocer fronteras, esta actitud es más propia de magos chauvinistas que de personas normales y de científicos que se precien.

La tardanza en ser reclamado el barco oceanográfico, equipado con cámaras submarinas, ha privado a los especialistas y al público de todo el mundo de contemplar la primera erupción submarina en Canarias, que podía haber sido filmada. En segundo lugar, existe un proyecto activo, encargado y pagado por el Gobierno de Canarias, para estudiar el volcanismo en El Hierro. Los autores de ese proyecto no han sido invitados a formar parte del comité científico "oficial" que sigue la erupción. En tercer lugar, ¿por qué tampoco ha sido reclamada la presencia del grupo que lidera el profesor Juan Carlos Carracedo? Las principales revistas especializadas extranjeras están publicando artículos de los investigadores del GEOVOL sobre este fenómeno y sobre las características geovolcánicas de El Hierro.

A los aciertos de los primeros días se empieza a apreciar cierto caos. Los trabajos del Instituto Geográfico Nacional han sido correctos y han aportado muchos datos en los comienzos de la erupción. Las medidas de protección de los ciudadanos han sido asimismo adecuadas y no hay que lamentar daños, porque el volcán tampoco ha aflorado a la superficie, al menos a la hora en que escribimos esta columna. Los hidrófonos colocados en el muelle de La Restinga no sirven absolutamente para nada, según algunos expertos. Y los medidores de la calidad del aire no van a dar más cifras que un día benigno de olor refinero en Santa Cruz o que el azu-frado de una viña. Ya lo dijo el profesor Carracedo en El Día Televisión.

En fin, que en el aspecto científico en El Hierro se ha producido un caos de organización. Los periodistas andan locos y confunden una inexistente cresta de gallo con la cola de gallo que formaría la primera manifestación externa del volcán. Pedimos más rigor, mucho más rigor. Y más apertura. Y menos pegas. Y no hablo de la facilidad de palabra del director de las emergencias, Juan Manuel Santana, porque entonces me pongo a llorar. A este hombre hay que ponerle al lado un logopeda lo más urgentemente posible.