Han comenzado a verse las primeras fisuras en el Ayuntamiento de Santa Cruz. Hay discrepancias con respecto a las terrazas de verano, cuya inexistencia ha sido el primer palo al ocio de la ciudad, que tanto decían los socialistas de Julio Pérez que iban a reactivar.

La segunda volada ha sido la acusación de Pérez contra Bermúdez, diciendo poco más o menos que el alcalde no se había ocupado un carajo del turismo en la ciudad, cuando fue responsable del ramo en el Cabildo, y que ahora anda apurado por promocionarlo.

La tercera discrepancia estará en la estructura administrativa del ayuntamiento y ya se verán los desaguisados que unos y otros quieren cometer. Alguno ha enseñado ya la oreja al respecto.

Este pacto no puede funcionar porque Julio Pérez se cree que es el alcalde y Bermúdez sabe que no es el alcalde. Pasó lo mismo en los tiempos de la pugna Román/Adán, no es nuevo en la política canaria. Juegan a ver quién es primus inter pares. Algo así como el primero entre iguales.

Este desafortunado pacto que firmaron Coalición Canaria y el PSOE tiene fecha de caducidad. Todo dependerá de las elecciones del 20-N. Si gana el PP, como se espera, por mayoría absoluta, lo firmado no tiene razón de ser. Tendrá CC que dar un vuelco a su estrategia, sobre todo si no consigue una representación apreciable y decisiva en las dos cámaras del Estado. Son las consecuencias de ejercer un nacionalismo descafeinado, sin definir las metas que desea la coalición para Canarias. Una tierra que quiere ser libre y que tarde o temprano -esperamos que más temprano que tarde- lo va a conseguir.

Pero es en el Ayuntamiento de Santa Cruz donde la discrepancia es más fuerte. Mientras en el Cabildo Aurelio Abréu ejerce un socialismo mucho más elegante y práctico, de colaboración con Melchior, Julio Pérez hace todo lo contrario. Pérez es un hombre con personalidad y con criterios socialistas arraigados, no exento de sectarismo y de firmeza. El haber sido abogado de empresarios y de elementos destacados de la derecha económica no le exime de sus convicciones izquierdistas a la hora de ejercer la política, donde no tiene amigos. Tuvo un buen maestro: el ex ministro Bermejo, que con la mano izquierda aplicaba la doctrina socialista a rajatabla, siendo titular de Justicia, y con la derecha abatía venados, sin licencia para hacerlo, en una finca de por ahí, en compañía de varios ricachones.

Es lo malo del PSOE, que escrúpulos, pocos. En fin, que tendremos pronto líos en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Y el que avisa, señoras y señores, no es traidor. Sólo habrá que esperar algunas semanas.