La Cruz de San Antonio se convirtió en la tarde-noche de ayer en un lugar de encuentro de los vecinos del municipio de Arona para venerar a su patrón: San Antonio Abad. Dicha tradición fue seguida por una multitud de residentes de todas las edades, a pesar de que no era festivo local en el pueblo sureño. Ni siquiera la calima disuadió a los peregrinos para desplazarse en procesión desde la iglesia del casco urbano hasta dicho paraje, al cual se accede subiendo por una carretera estrecha que tiene una fuerte pendiente y que enlaza con el pueblo vecino de Vilaflor.

A la llegada a la Cruz de San Antonio se procedió a la bendición de las tierras y del ganado, para posteriormente el cielo cubrirse de colores con fuegos artificiales, que adornaron y embellecieron durante unos minutos la noche aronera. La fiesta continuó porque los peregrinos disfrutaron y degustaron una chocolatada antes de regresar nuevamente al casco de Arona, reponiendo así las fuerzas para la bajada y con el sentir de haber estado con su patrón.