Acceder a Vallebrosque es como proponerse hacer una incursión por una carretera estrecha y sinuosa que comienza en María Jiménez y concluye en la entrada a los dos valles: el de Crispín y el de Vallebrosque.

Virgilio Déniz dice que "están sacando todo el escombro del barranco, pero el ir y venir de los camiones de gran tonelaje está destrozando la carretera que llega a los Valles". Por ello los vecinos y dueños de restaurantes de la zona ven lógico que se espere a que concluya el trasiego de vehículos pesados para posteriormente arreglar la vía y dejarla en condiciones.

"Lo único que podemos hacer nosotros y, de hecho, ya lo hacemos, es ir rellenando los socavones con revuelto para que puedan entrar los vehículos y acudan a nuestros negocios, ya que si no hacemos eso no viene nadie y sería una ruina para nosotros", dice. Tras la caída de las lluvias del 1-F el acceso a los Valles es prácticamente una misión imposible. Hay zonas en las que el asfalto de la carretera ha desaparecido y si se mira el fondo del barranco se aprecian troncos de árboles, ramas y tierra acumulados en uno de los laterales de uno de los puentes del lugar.

Según los vecinos, "tenemos entendido que próximamente empiezan a hacer muros de contención y los dos puentes previston por debajo y por encima del restaurante La Charca para, posteriormente, seguir con la mejora de la carretera". Déniz recuerda que "febrero fue terrible porque el restaurante me lo llenó de agua y escombros. Ahora lo he acondicionado, pero con la lluvia de febrero tuve que cerrar 21 días. Ahora están dragando el barranco, ya que tapado hay un muro de contención de casi dos metros de alto y se va a rebajar hasta esa altura". Los residentes son conscientes de que las obras son molestas, pero sirven para que no ocurra inundaciones como las de febrero.

Los Valles están olvidados

Uno de los vecinos afirma que "los Valles están olvidados y es que Anaga siempre ha estado marginada. De hecho, aquí no tenemos alcantarillado y pasa un pequeño micro de lunes a viernes, pero nunca los fines de semana". Asimismo se quejan de que "la concejal de Anaga nos dijo que se había gastado 12.000 euros en poner cuatro hierros de 12 con una cinta para marcar donde había peligro".