SUPONGO QUE PASA en todos los países del mundo independientemente de que en una bandera aparezca un gran punto rojo sobre un fondo blanco, un gigantesco sol que presagia una fortísima ola de calor o esbeltos dragones con afiladas lenguas que escupen fuego. Confieso que prefiero alinearme en el equipo de los que creen que no es sano presumir de conocer de carretilla toda la historia del planeta Tierra, pero qué mala compañera de viaje es la ignorancia. Es tan traviesa, que cuando menos te lo esperas es capaz de dejarte con el trasero al aire. Sólo hay que afinar un poco los oídos para captar auténticas barbaridades. Hace un par de días, en la cumbre de la Acrópolis, escuché algo que me dejó frío. Una turista gritaba en el idioma materno de Miguel de Cervantes que "quería fotos", postales digitales de sus vacaciones griegas.

A una docena de metros del Erecteion un chillido paralizó mi área de Broca hasta dejarme sin palabras. La culpable de este atasco lingüístico fue una española que, con un rostro igual de compungido que cuando toca pagar a la Agencia Tributaria, se cuestionaba en los dominios de la diosa Atenea: "lo bien conservada que está la segunda señora de la derecha ''pa'' los años que tiene". La dama en cuestión era una de las hermosas cariátides que habitan el montículo que dignificó el esplendor de Pericles.

El tal Pericles, para el que aún no lo sepa, no es uno de los ruinas que se incluyen en el cásting de la serie "Sin tetas no hay paraíso". En fin, irse tan lejos para desenterrar semejante atrocidad. Con la cantidad de guías de viajes, programas televisivos del perfil de "Españoles por el mundo" que "aliñan" las cenas y el mundo virtual que domina nuestra existencia y solamente es necesario colocarse delante de un montón de piedras ("tormus tornillius") más o menos ordenadas para cagarla, con perdón. Hoy, más que nunca, hay que defender el dicho que apunta que con la boca cerrada no entran moscas. Ni se escapan burradas. Eso sí, de lejos, seguimos siendo los más escandalosos. Vamos, que a los españolitos los cazan al vuelo por esos mundo de Dios.

* Redactor de EL DÍA