Cabo Llanos se vendió como "la milla de oro", una zona donde Santa Cruz tomaría un cariz de gran ciudad, de altos rascacielos y de servicios eficaces, pero la realidad es bien distinta. No es raro ver en uno de los solares de la zona colchones donde se supone que duermen personas sin hogar. A ello se une la gran cantidad de basura, cristales, pintadas y botellas vacías que se incrementa los fines de semana, ya que los jóvenes suelen visitar la zona para hacer botellón.

La idílica imagen de Cabo Llanos se rompió como una litrona estampada contra la acera de un lugar donde el metro cuadrado se cotiza alto y son muy pocos los que pueden acceder a los pisos de lujo donde el ascensor puede llegar hasta casi rozar el cielo. A los pies de estas edificaciones centros comerciales, el Auditorio y el Recinto Ferial cubren metros y metros cuadrados de ciudad que se venden caros y no responden a las expectativas iniciales.

Los vecinos de la zona ya han manifestado sus quejas por el ruido durante los fines de semana, ya que el botellón es el único acto que se celebra por el lugar y tiene como principales protagonistas a cientos de jóvenes que acampan sus vehículos en Cabo Llanos y toman literalmente un entorno estropeado sólo por algún que otro ciudadano que aprovecha las noches de calor para caminar y bajar algo de peso. Botellas de cerveza rotas, cartones de vino tirados junto a bolsas y botellas de refresco se juntan a bordillos desprendidos y a papeles que no hacen sino manchar una zona que aspiraba a ser una milla de oro y se ha quedado en milla de latón.