CADA VEZ con mayor frecuencia, la mujer rompe el monopolio del hombre en la consecución de actividades que hasta ahora le estaban vedadas por diferentes motivos. Esos logros femeninos -sociales, laborales, deportivos- se ven promocionados en los medios más por su condición de mujer que por sus logros, que por desgracia en ocasiones quedan en segundo plano. Resulta inaudito, si no excepcional, que el lector observe en titulares la cualidad de ser el primero en algo de una acción masculina. Afirmaciones como el primer hombre de la historia que?, el primero de Europa que?, el primero de Canarias que? se encuentran, con excepciones, en el olvido. Sin embargo, la mujer, a lo largo del siglo pasado y en lo que llevamos de éste ha abierto ediciones informativas después de dar una patada en el muro y ser la primera. Hace unos días, y después de nueve siglos de exclusividad masculina -se escribe pronto 900 años-, una mujer accedía a la categoría de ser la primera en manejar una góndola en Venecia. Hija de gondolero, logró uno de los 22 puestos disponibles. A estas alturas no deja de causar el más contundente de los reproches el sentir del colectivo masculino. Un colega suyo, gondolero desde hace 19 años, llegó a afirmar que "es un trabajo de hombres". Y explica: "Es necesaria mucha fuerza física y mucha resistencia. Además, la convivencia con una mujer nos pone en una situación violenta". ¿Qué les parece? No me extraña que el tal Berlusconi tenga a media Italia alienada. Tampoco me extrañaría que fichara a esta joven para algún cargo de su partido como tiene acostumbrados a los italianos. Yo me apunto a sortear nuevamente el Puente de los Suspiros con una gondolera. Llega el 4 de julio y ella, la primera, me espera en La Dehesa.

*Redactor de EL DÍA