VAYA POR DELANTE que entre la actuación de Soraya en Eurovisión y el esperado concierto de Rod Stewart en el Sur me quedo con la compañía de la M80. No obstante, a estas alturas nadie duda de que el sábado la nuit en Tenerife venció por goleada el "anticrooner" británico al estrepitoso fiasco de España en el festival celebrado en Moscú.

Insisto en que entre gastar una velada contemplando la sensual lozanía de la peliteñida más famosa de cuantos aprendices de cantante hayan pasado por la Loca Academia de Triunfitos y la decrepitud cuasi morbosa del abuelete de los pelos raros, me decanto por una partidita al Championship Manager o un desafío a la Wii, pero eso es porque yo soy un tipo raro al que cada vez le gustan menos las aglomeraciones, tanto en vivo como a través de la pantalla del televisor.

Es más, puestos a analizar la cosa desde un punto de vista estrictamente económico, prefiero invertir los 50 trompos de la entrada más barata del concierto del campo de golf de Adeje o los 3,50 euritos de las preceptivas cocacolas y cotufas para ver la retransmisión del festival desde el salón de casa, en una meriendacena en el bar "El Verbena" o en una apuesta múltiple del euromillón (un suponer).

A todas estas yo, que fui fiel telespectador de Eurovisión hasta el mismo día en que Italia dejó de concursar, harta del lobby de las ex repúblicas bálticas y soviéticas, y que le tengo ley a Rod Stewart desde el año en que por Reyes mi tía Pili me regaló el vinilo de "Baby Jane", no consigo imaginarme un futuro muy halagüeño para ninguno de los protagonistas del "megafinde musical".

Así, en la mejor de las carambolas posibles, de aquí a unos pocos años, me imagino al cantante británico como huésped de honor en un geriátrico de Glasgow para gente bien y a Soraya como concursante en la "Isla de los Famosos". Eso sí, de cara al verano, me consta que su agente anda cerrando ya fechas para unos bolos en Andorra y Portugal? aunque de telonera de un resucitado Rodolfo Chiquilicuatre.

*Redactor de EL DÍA