EN LOS ÚLTIMOS días han sido noticia dos decisiones judiciales que hacen saltar por los aires los cimientos del sentido común. Seguro que estarán perfectamente amparadas por la legislación vigente y que sus responsables tendrán todos los argumentos jurídicos y procesales a favor, pero, lamentablemente, eso no consuela al resto de los mortales. Dos jóvenes llevan un mes en la cárcel por robarle una pizza a un repartidor, al que empujaron para sustraerle la masa humeante. Están en prisión preventiva, pero les pueden caer hasta cinco años por robo con violencia. Un fiscal pide año y medio de cárcel para un mendigo que robó media barra de pan y agarró por las solapas a la dependienta, para que soltara la baguette. Robo con fuerza y petición de 18 meses sin libertad. El indigente ha sido juzgado en rebeldía. Unos robaron para hacer el cafre delante de los colegas y el otro robó para comer. Mal hecho, pero ¿merecen la cárcel?

Resulta evidente que nuestro Código Penal presenta desequilibrios en cuanto a las penas que atan de pies y manos a jueces y fiscales. Así pues, en España sale en muchos casos más barato -penalmente- dar una paliza a alguien que robar un pan o una pizza. Le cae menos pena de cárcel a quien agrede sexualmente a un menor que a quien trafica con una cantidad menor de droga. Existe la idea, más o menos extendida, de que las leyes españolas protegen más la propiedad privada que la integridad física, y algo de razón hay. Si alguien nos roba el móvil y nos empuja, se arriesga a cinco años de cárcel, ahora, si nos pega diez o doce puñetazos, cuarenta patadas, pero no nos causa lesiones importantes, el castigo será mucho menor. ¿Quién lo entiende?

La proporcionalidad del castigo debería ser un objetivo irrenunciable, pero para ello el Código Penal, que es cosa más de políticos que de juristas, debería estar a la altura. Los protagonsitas del sistema judicial tienen toda la razón cuando reclaman más y mejores medios técnicos y humanos, pero no estaría mal que unieran a sus reivindicaciones las modificaciones legales pertinentes para evitar agravios comparativos por delitos incomparables. La Justicia es humana y puede equivocarse, pero no puede enviar a la sociedad el nefasto mensaje de que en verdad es ciega. Un pan es un pan, una pizza es una pizza y una cárcel es una cárcel. No confundamos los términos, no mezclemos justicia con estulticia.

*Redactor de EL DÍA