Manuel Domínguez, ese alcalde realejero con sempiterna pinta de joven, crecientemente triunfante y que no teme ir contracorriente, ya no solo por ser del Barça en un partido con inmensa mayoría de ministros madridistas de siempre, sino por defender sin complejos un pacto con el PSOE en Canarias, quedó reforzado ayer como presidente del PP tinerfeño en un acto al que acudió Mariano Rajoy y que, por oxidado que esté el recurso, pareció otro día de la marmota. Como en su última visita, en las elecciones de junio de 2016, y en el mismo recinto santacrucero (llamado ferial), el presidente español clonó su discurso de esa otra vez, el de diciembre de 2015 en La Cascada y el de infinidad de días. Por mucho carrusel de corruptelas propias que haya resonado en el último mes, la palabra corrupción brilló por su ausencia en su intervención y tampoco fue invocada por el gran protagonista de ayer o por el presidente regional de los conservadores, el siempre moderado pero firme Asier Antona. Como mucho, hablaron de "malos momentos o malas noticias", pero como algo consustancial a la vida, y hasta al matrimonio, según la argumentación de Antona. En contraste, los tres tenores populares repitieron un término que sí les encanta, que les pone y por el que se sienten identificados: normalidad, la gente "normal", incluso "la revolución de la normalidad", en boca, de nuevo, de un Antona que, eso sí, se repitió en esto respecto a otros tantos discursos suyos. Las tres intervenciones fueron calcadas a las de los últimos años, con un elogio casi sonrojante de la gestión estatal del PP (por ciertas que sean las cifras macroeconómicas) y un Rajoy rescatando de nuevo la prima de riesgo, repasando el apocalipsis previo y los parabienes posteriores con los índices de empleo, crecimiento o el balance de las exportaciones, pero reduciendo los recortes, la reforma laboral, la precarización y tantas otras consecuencias a simples "esfuerzos". Por supuesto, no olvidó las cifras récord de turistas, el hecho de que España sea el lugar más elegido por los estudiantes de Erasmus, el país con más alta velocidad en trenes tras China o que lidere los trasplantes, si bien obviando que esos mismos índices ya los encabezaba antes e, incluso, durante el epicentro de la crisis. Como en la vida pasan muchas más cosas, ayer se colaron algunos cambios considerables que se han dado respecto a junio de 2016. Como que el matrimonio de CC y PSOE se tornó en agrio divorcio (de momento solo regional), con un PP que, según reconoció Antona, hasta hizo de Cenicienta antes de la ruptura. Una situación que, según deslizaron tanto Rajoy como el propio diputado palmero, les ha dejado en una posición de privilegio para demostrar que anteponen siempre el interés general y que no contribuirán a ninguna inestabilidad. Una nueva confirmación de que, a priori, el PP no desbancará a CC, pero sin que tampoco entre necesariamente a cogobernar. Eso sí, salvo que los nacionalistas les digan que sí al ya célebre listado de medidas y propuestas que llevan elaborando desde hace semanas, al que Antona aludió ayer (sin detallar, salvo en lo del Igic) y que, en el fondo, son fáciles de prever, pues están condensados en su programa de 2015 y en múltiples intervenciones en el Parlamento isleño. La otra gran novedad son los acuerdos con CC con la agenda canaria como guía, que se unen a la devolución del 50% del Igte pendiente (ese que derivó en el Fdcan rompeparejas) y que se traducirá en millones recuperados por las Islas porque el REF se desligará de la financiación, porque se reactivan los convenios casi vaciados y porque el fondo de compensación también dará alegrías. Y, frente a esto, la España negativa, la de la oposición, la que solo destruye y, según Rajoy, la que no cree en un país "envidiable" pero que, desde luego, tiene visiones y usos muy diversos sobre términos como "corrupción".

Rajoy desea vivir en las Islas al dejar el cargo

Con fuertes medidas de seguridad, más que en las dos últimas visitas de Rajoy, con cuatro personas con carteles pidiendo la disolución del PP y la devolución de sus "sobres en B" custodiados por diversos agentes a cierta distancia del recinto y con numerosos militantes y dirigentes populares, la confirmación de Domínguez como líder conservador en Tenerife duró bastante poco. En apenas una hora y cuarto, y con el alcalde de Santiago del Teide como introductor, la formación liquidó un congreso que contó con diversas propuestas enmendadas y que volvió a demostrar la unidad del partido por muchos casos de corrupción y hasta sospechas sobre el uso de fondos dirigidos por algunos alcaldes (Domínguez incluido) a una televisión local, lo que está siendo investigado.

Más allá de esta parte más turbia, aunque ausente, las intervenciones tuvieron su punto. Sobre todo la de Antona, que, entre otras cosas, desveló que Rajoy le había confesado, durante la inevitable caminata mañanera, que, una vez deje el cargo (sin aclarar cómo ni cuándo se producirá eso), le gustaría vivir en Canarias. Además, y a diferencia de las "andadas" previas a las dos últimas elecciones, Antona se autofelicitó porque, esta vez, le pudo aguantar el ritmo a un presidente del que, por supuesto y por si alguien tenía alguna duda, dijo que estaba "en plena forma".

Rajoy no confirmó lo de su mudanza a las Islas (inminente o postergada), pero sí dio algunas pistas. Al menos, elogió a Santa Cruz como pocos presidentes antes y, en medio de previsibles aplausos, devolvió adjetivos hacia Antona y Domínguez, subrayando también la relevancia de que, en las últimas generales, el PP en la provincia tinerfeña lograra un diputado más, clave ahora en los presupuestos más trepidantes de la historia.

Nuevo comité y directiva con un 98% de apoyo

Trascendiendo los discursos y las iniciativas enmendadas y aceptadas, el VIII Congreso del PP tinerfeño demostró, una vez más, el cierre de filas que suelen lograr los dirigentes, con un presidente, un nuevo comité y junta directiva respaldados por un 98% de los votos. El alcalde y portavoz en el cabildo afronta una nueva etapa en la que, sin descartar volver a repetir candidatura a la Alcaldía, se marca como gran objetivo la presidencia insular en 2019, sin que ni siquiera se pueda presentar como pura quimera que ese sillón lo ocupe antes si los vientos que desean desbancar a CC del gobierno en el Cabildo toman fuerza auténtica. No obstante, y por lo escuchado, de nuevo, ayer, está claro que el PP canario tiene muy marcadas las elecciones locales de 2019, en las que aspira a ser primera fuerza, si bien no se aludió a la reforma electoral. Los nuevos equipos de Domínguez quedan de la siguiente forma: el comité ejecutivo insular lo integran María Luisa Manrique, Rafael González, Jeremi Curbelo Pérez, Natalia Hernández, Pedro Suárez, Juan Antonio Rojas, Yolanda Moliné, Manuel Fernández Vega, María Emilia González Bautista, Ofelia Reyes, Berta Catalina Afonso, Andrés Vila del Castillo, Francisco del Rosario, Pablo Morales Rancel, Martina González de León, Marta del Carmen López, Marcos González, Ramón Méndez, Manuel Torres, José Antonio Caro Salas, Guillermo Díaz Guerra y Montserrat Fuentes. Por su parte, la junta directiva en la Isla la conforman Andrés González, Cecilia Suárez González, Julián González, Marta Vela Sánchez, Juan Felipe Rodríguez, María Fernanda Radbill, José Marrón Herrera, Andrés Rodríguez Delgado, Ithaisa Hernández y Rubén Sosa González.