En junio, en París, Anaga se convirtió en Reserva Mundial de la Biosfera. Fue como el último examen con el que un estudiante aprueba la carrera. Y ayer, en el Cabildo, tuvo lugar la orla. Con cierta solemnidad y en compañía de la familia, en este caso una nutrida representación de la gente de Anaga, a la postre testigos de la entrega por parte de la Unesco de un título que abre una nueva etapa en la zona.

Un sonoro aplauso acompañó el momento en el que tres vecinos recogieron la acreditación en representación de los 20.000 habitantes de tan singular enclave. Uno de ellos era Jaime Díaz Pacheco, de Taborno, y que, volviendo sobre el símil universitario, se convirtió en protagonista del discurso crítico que con frecuencia suele aparecer en las ceremonias de cierre de una etapa académica.

Pacheco no levantó la voz ni dijo una palabra más alta que otra; pero sí se desmarcó con una alocución intensa y que dejó a más de uno de sus convecinos al borde de la lágrima. "Es un honor inmerecido poder decir hoy unas palabras", arrancó. Y a partir de ahí habló del esfuerzo de quienes viven en Anaga, de "recelos" y "escepticismo" con la nueva situación, de altos índices de desempleo y de que quieren creer que detrás de la catalogación hay oportunidades. "Anaga no es un parque temático en el que los vecinos formamos parte de su decorado", aclaró por si a alguien le quedaba alguna duda. "Ni una sola acción en la Reserva sin el consenso participado de las personas que allí desarrollan su vida y su actividad profesional", llegó a instar durante el acto celebrado ayer.

En realidad, no fue el único que se expresó en esa línea. El alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz, ya había deslizado ciertas dudas cuando dijo sentir "un poco de temor" de que las nuevas circunstancias puedan suponer algún "aspecto negativo". Con afirmaciones menos sorprendentes, también pasaron por el micrófono sus homólogos teguestero y santacrucero, así como el presidente tinerfeño, Carlos Alonso; la viceconsejera Blanca Pérez; la directora adjunta del Organismo Autonómo de Parques Nacionales, Monserrat Fernández; la presidenta del Consejo Científico del Programa MaB, María Tejedor, y Alberto Hernández, de la División de Ciencias Ecológicas y de la Tierra de la Unesco. Y, sobre todo, muchos vecinos a los que les preocupa -y quieren formar parte- del futuro que desde ahora inicia el Macizo de Anaga.