El 23 de noviembre de 2002, a pocos meses de las elecciones locales de mayo siguiente, las calles de Santa Cruz acogieron la manifestación más concurrida y, seguramente, influyente de la historia de la Isla, muy por encima de otras inolvidables: como las contrarias a la guerra de Irak, la del 11-M o la de huelgas generales contra las reformas laborales. Aunque hubo diferencias sobre cifras, las más de 100.000 personas marcaron un antes y un después, frenaron durante mucho tiempo a los más lanzados en pro de las polémicas torres de Vilaflor y otras zonas y le dejaron claro a Ricardo Melchior y otros miembros de CC que, pese a ser invitados por los convocantes, su asistencia era entendida como una provocación cínica e hipócrita.