Desde su llegada a la plaza de San Pedro en un automóvil completamente descubierto hasta su despedida de los fieles, la ceremonia de entronización del papa Francisco pasará a la historia por haber roto moldes y por haber sido completamente diferente a la de sus predecesores más inmediatos.

En sus primeras palabras, el santo padre describió lo que para él supone haberse convertido en el primer pastor de la Iglesia dejando claro su espíritu de servicio hacia los más pobres y desvalidos.

Sin embargo, no perdió la oportunidad de tener a buena parte de las autoridades mundiales pendientes de su mensaje para solicitar mayor respeto a la Creación de Dios en referencia no solo al medio ambiente sino también a principios fundamentales como la caridad y la bondad.

Interrumpido en varias ocasiones por los aplausos de los fieles, Jorge Mario Bergoglio volvió a pedir a los cristianos de todo el mundo y a la humanidad al completo que rezaran por él para "no ver el cielo gris sino la luz de la esperanza".

En una ceremonia más modesta que las anteriores aunque con el esplendor de los grandes acontecimientos, el pontífice recibió el anillo del Pescador -que en esta ocasión no era de oro sino de plata- y la mitra papal con sencillez e incluso alegría. Unas cualidades que hizo más que evidentes cuando, en su recorrido por la plaza de San Pedro se detuvo a bendecir a niños y enfermos y dio la mano a cuantas personas se la ofrecían.

Ayer comenzó la era del papa Francisco, un mandatario cuyos mensajes tienen ya "repercusión planetaria", según los expertos.