Cada caso tiene unas circunstancias diferentes a los demás. Y, hasta ahora, las fuerzas de seguridad no han hallado los datos claves para descubrir a los responsables. Una de las víctimas falleció de una puñalada en el tórax en una chabola aislada, la otra al ser degollada en su piso y la tercera en el hospital, tras una brutal paliza en la puerta de su casa de Costa del Silencio, que le hizo estar en coma varios días hasta que su organismo no superó las graves lesiones. Los autores continúan en libertad.

Uno de los hechos trágicos que ha pasado más desapercibido para la opinión pública en los últimos años tuvo lugar a mediados de enero en una chabola construida en una parcela del plan parcial El Mojón, cerca de Los Cristianos. La víctima fue un indigente de 44 años, de nacionalidad española, que residía por la citada zona costera. El hombre recibió una puñalada a la altura del pecho que resultó mortal. La caseta en la que apareció, cubierta con hojas secas de palmeras, está a un centenar de metros del edificio Simón y a unas decenas de metros del acceso a Los Cristianos desde la autopista del Sur (TF-1). El cuerpo fue descubierto durante la tarde del domingo 15 de enero. El médico de una ambulancia que acudió a socorrer a la víctima solo pudo confirmar que estaba muerta. De hecho, había fallecido varias horas antes en circunstancias aún por desvelar. El caso lo lleva la Policía Nacional. La Brigada de Policía Judicial de la Comisaría del Sur de Tenerife efectuó la inspección ocular y tomó declaración a varias decenas de personas indigentes y que frecuentan determinados espacios de Los Cristianos. Pero, hasta ahora, no se ha podido dar con el autor de la muerte. Una de las hipótesis es que ocurriera por una reyerta entre indigentes. Pero pocas certezas más.

Apenas dos meses después fue encontrado el cuerpo de Rogelio Jesús Pérez Marcelino, de 40 años, natural de Los Cristianos y vecino de San Isidro, en Granadilla de Abona. El cadáver apareció en su propia vivienda. Un desconocido le cortó el cuello. Tan solo ese dato resulta revelador de la premeditación y la sangre fría del asesino. Pero, en un alarde de seguridad en sí mismo, el autor se atrevió a dejar sobre el pecho de la víctima el cuchillo empleado en la muerte de Rogelio. La víctima fue hallada un miércoles, pero su entorno familiar no lo había visto desde el fin de semana anterior, por lo que no se descarta que llevara varios días muerto. El asunto fue asumido por el Equipo de la Policía Judicial de la Guardia Civil con base en Granadilla. Ni la inspección ocular de la casa, realizada por el Laboratorio de Criminalística del Instituto Armado, ni las pesquisas efectuadas por los investigadores han servido, hasta ahora, para capturar a la persona o personas implicadas en este caso. Pérez Marcelino nunca ocultó su homosexualidad y, además, era una persona extrovertida y, a veces, bromista. Era aficionado a viajar por Europa y parte de sus vacaciones las pasaba en el pueblo de su familia materna, en Los Abrigos. Su muerte revela que el autor ejecutó una venganza o un ajuste de cuentas.

El tercer caso de asesinato que permanece sin esclarecer se produjo en unas circunstancias diferentes a la de los dos casos anteriores. Antonio Miguel Rancel Vargas, de 60 años, sufrió una brutal paliza delante de su casa, en una urbanización de Costa del Silencio durante la madrugada del 15 de noviembre. Los agresores dejaron a la víctima tetrapléjica y su muerte se produjo cuatro días más tarde en la Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI) del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria. Antonio Miguel era propietario de la tienda Mercafruta, en la carretera general a Las Galletas, a la altura del barrio de Las Rosas. Una de las certezas es que la noche de los hechos recogió a un amigo, con el que estuvo varias horas tomando copas. Fue al regresar a su vivienda cuando, según los pocos datos que pudo aportar antes de fallecer, varios hombres lo abordaron cuando se bajó de su coche y le propinaron diversos puñetazos y patadas.

Rancel Vargas tenía problemas de movilidad y una enfermedad degenerativa, que le impedía caminar totalmente erguido o correr para escapar de un ataque similar. La familia asegura que el móvil del asesinato pudo ser el robo de dinero. Un mes y medio después del trágico suceso, todavía no se han producido detenciones por este caso. Las circunstancias que rodearon dicha muerte provocaron que la víctima sufriera mucho antes de fallecer. Según relató un familiar a EL DÍA, en los días posteriores a sufrir el desproporcionado ataque, Rancel se preguntaba "¿Por qué me han hecho esto?". Curiosamente, según explicó su hija Mayra, Antonio regresó hace 25 años de Venezuela, para escapar de la creciente oleada de violencia y delincuencia que sufría el país sudamericano. El día del entierro de su padre en San Miguel (en la imagen inferior), Mayra comentó que "sentimos rabia e indignación porque no podía defenderse". Los investigadores del Equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil con base en Las Américas trabajaron inicialmente con la hipótesis de que los autores del asesinato fueran delincuentes comunes, aunque tampoco descartaron otras líneas de investigación.

El único crimen de violencia de género ocurrió en Tegueste

El crimen de María de los Remedios Barreto (en la foto), en su casa de Tegueste, fue el único que se produjo por violencia machista en el año que acaba de finalizar en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. En los últimos años se aprecia un claro descenso en las muertes de mujeres a manos de sus parejas o exparejas dentro de las estadísticas anuales de las islas occidentales. Un total de 46 mujeres perdieron la vida hasta finales de 2012 a manos de hombres con los que mantenían o mantuvieron una relación sentimental, aunque hay otros cuatro casos en investigación, de acuerdo con los últimos datos oficiales a 26 de diciembre. En Canarias, otra mujer pereció por esta causa en la provincia de Las Palmas.