Los aborígenes hallaron ayer a la Morenita, pero esta vez algo cambió. Un peregrino, el que contaba la historia vivida en la playa de Chimisay hace más de 620 años, no estaba. César Fernández Trujillo, el maestro de ceremonia, contó aquel suceso durante muchos años y su ausencia la recordó su sucesor, Zenaido Hernández: "Amigo César: Este año, tu narración queda junto a Dios. Háblale esta vez de la gente que has visto cada año, de cómo el pueblo canario se reúne ante la imagen de la Virgen de Candelaria y cuánto amor expresan su fe y su devoción. Agradecemos cuanto tiempo dedicaste para ello".

Y nadie escuchó el bucio a las faldas de La Magdalena. Fue un silencio en memoria de quien hasta hace un año lo tocó y, después, se marchó: Rosaura Marrero Fariña. La representación del hallazgo es uno de los momentos que más identifican la fiesta de la Patrona General de Canarias con su pueblo, que este año recibió con mucho calor a los miles de peregrinos que seguirán llegando hoy hasta que, se espera, sumen los 250.000 del año pasado.

Como es habitual, el tránsito rodado por la calle Condes de Abona quedó cortado desde primera hora de la tarde (14:00), mientras el dispositivo de seguridad y emergencia se desplegaba (el paseo entre el ayuntamiento y el centro de salud se convirtió en casi un hospital de campaña) para garantizar el buen desarrollo de la fiesta. Sirvió, por ejemplo, para desalojar varios puestos del entorno de la piscina municipal.

Los cabildos de Tenerife, Gran Canaria y La Palma y otros 21 municipios, con el apoyo de varias empresas, habían dejado ya 5.000 kilos de productos. Después, de la procesión sonó Chago Melián. Su "Ave María" adelantaba que la noche era larga para los peregrinos, que encontraron abierta la Basílica.