Con apenas 2.300 habitantes, Fasnia fue la población de la Isla que más sufrió el desabastecimiento energético derivado de los efectos del fuerte viento que afectó a la Isla el viernes pasado. Unos 900 abonados de dicho municipio tuvieron que esperar al anochecer del sábado para recobrar la normalidad en el abastecimiento, pero durante unas 20 horas los vecinos y comerciantes sufrieron "una situación impropia de este siglo".

La caída de una torre de media tensión impidió que Paco "pudiera despachar café a los clientes. Somos una cafetería de paso y aquí paran mucho para tomar un cortado. Ese día la caja se resintió". Lo mismo ocurrió en todos aquellos bares y restaurantes de la localidad.

Miguel se quejaba de que en su casa "no pudimos cocinar en todo el día y gracias a la vecina, que utiliza gas, le dimos de comer a los dos chiquillos". Pero este padre no se queja porque haya tenido que pedir un favor, "sino porque son molestias que luego no tienen compensación alguna en el recibo de la luz".

Como pueblo que es y vive como tal, en los domicilios de Fasnia es cosa común tener una bombona pequeña para atender las situaciones de emergencia. Por tal motivo, tal vez, los efectos de ese apagón no fueron mayores. Lo dijo Emeteria, una joven que reside desde no hace mucho tiempo en la zona y que "no lo pasé mal, porque esa es una costumbre que copié inmediatamente y me salvó esta vez. No tuve que ir al bar a comer".

Lo que más quejas suscitó entre los fasnieros consultados, especialmente entre las madres, es que la falta de energía "tuvo a los chiquillos demasiado inquietos. No tenían televisión que ver ni maquinitas a las que poder jugar".

Entre las personas de más edad el tema no suscitaba demasiados comentarios "porque para nosotros no pasa nada. En nuestros tiempos no teníamos luz, así que porque falte unas horas no nos va a pasar nada".

En los establecimientos situados junto a la autopista es, quizá, donde más se notó el efecto negativo de la falta de suministro. Aunque alguna de las estaciones de servicio pudo operar con abastecimiento energético propio mediante el uso de grupo electrógeno, otros recintos tuvieron que realizar su trabajo como pudieron, "con las máquinas paradas pero despachando lo que era posible. Fue un desastre".

En la zona más rural, aquella en la que su población está más retirada del casco urbano y de los servicios fundamentales, hasta el servicio de telefonía móvil se resintió.

Entre los consultados no abundaron las quejas por la pérdida o deterioro de los alimentos almacenados en los frigoríficos. "Como no tenían otra cosa que hacer, los niños se dieron muchos viajes a la nevera", explicaba Josefina mientras esperaba a sus hijos. Su reflexión resume "un sábado diferente y que se aprovechó para hacer otras cosas", según el abuelo Miguel.