Un grupo de jóvenes de Güímar ha organizado, con la colaboración de la Concejalía de Juventud, una serie de talleres en los que confeccionarán todo el atrezo y la vestimenta necesarios para representar el espectáculo de Las Burras, el acto más importante del Carnaval güimarero, que tendrá lugar el mañana, viernes, día 19, en la plaza de San Pedro, a las 21:00 horas. Todos los días, desde las 18 hasta las 20:00 horas, los jóvenes trabajan de manera voluntaria en la elaboración de cascos, cariocas, ropa y demás objetos y complementos que serán utilizados mañana.

Orígenes del aquelarre

Esta escenificación teatral, que data de 1992, surgió para lograr que el Entierro de la Sardina recobrara el auge de años anteriores. Para ello, recopilaron algunas tradiciones locales relacionadas con la brujería, como la creencia de que las brujas se podían transformar en burras para conseguir entrar en las casas de los campesinos y así poder realizar sus hechizos, una iniciativa que promovió Javier Eloy Campos, amante de la etnografía y que también ocupara años atrás la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Güímar.

La representación comienza con la aparición de unas extrañas mujeres en distintos balcones y ventanas que se acicalan para salir al anochecer, algo que se consideraba de mal augurio. Una vez pasa la Sardina delante de ellas, se transforman en burras y se unen a la comitiva. Cuando llegan a la plaza las burras comienzan a encararse con un grupo de campesinos, quienes se inquietan por su extraño aspecto y deciden descubrir si se trata de las burras.

Es entonces cuando las burras recobran su aspecto de brujas y comienza el aquelarre. Su locura llega a tal extremo que incluso invocan al demonio, que aparece bajo la forma de una gran figura con cabeza de calavera, junto a numerosos diablillos. Las brujas bailan con los diablos llenando la plaza hasta que se oye música religiosa que indica la presencia de la Inquisición. Hace su presencia en la plaza un grupo de frailes acompañados por un obispo. A la puerta de la Iglesia, el obispo lanza un exorcismo aclamando la ayuda del Arcángel San Miguel, que llega del cielo con varios ángeles para luchar contra el demonio, que queda abatido en el suelo y el obispo ordena la quema de las brujas en la hoguera, cuyas llamas también servirán para consumir la Sardina del pueblo.