Algunos nos creerán absurdos cuando citamos los nombres de patriotas canarios capacitados para gobernar nuestras Islas. Sin embargo, no somos absurdos ni tampoco ilusos. Tan sólo señalamos a aquellas personas que nos parecen las adecuadas para que, en torno a ellas, se forme un equipo con otros isleños capaces como ellos de encaminarnos hacia nuestra soberanía. Hablamos de personas con la mente y las manos limpias. Hablamos de hombres y mujeres leales con la causa canaria; con un compromiso que sólo puede ser dotar a este Archipiélago de Estado con bandera y asiento en los foros internacionales; con el firme propósito de que los canarios seamos canarios, y no españoles ultraperiféricos, lo que equivale a ser ciudadanos bastardos de tercera o cuarta categoría. Ese equipo inicial pondría en marcha una Cámara legislativa constituyente, hasta que el pueblo decida quién debe gobernarlo. Eso sí se debe someter a votación. En cambio, sobra cualquier consulta sobre la autodeterminación, pues tal convocatoria supondría negar los hechos históricos que condujeron a nuestro ignominioso sometimiento a España. Sería negar que nuestros antepasados fueron vilmente conquistados, masacrados, sometidos, esclavizados y vendidos para pagar las deudas contraídas por los viles adelantados de Castilla. Por lo tanto, sobra cualquier planteamiento electoral para verificar lo que es obvio: Canarias es un territorio colonizado y, en consecuencia, debe recobrar su libertad sin trabas de ningún tipo.

En ese equipo inicial, cuya misión, como señalamos, sería convertirnos en una nación soberana, deben figurar indefectiblemente tres personas. La primera es Paulino Rivero, actual presidente del Gobierno de Canarias, hoy con poder oficial. Es un hombre, así lo pensamos, de un profundo convencimiento nacionalista. Un político que cree en la nación canaria al contrario que otros, por desgracia en su propio partido, que se cuelgan de las siglas nacionalistas para medrar y saciar sus bolsillos políticos. Paulino Rivero podría ser el primer presidente, provisional claro está, de la nueva nación canaria. Un país cuyo derecho a existir, como decimos, no puede ser cuestionado, pues cuando llegaron los invasores a este Archipiélago lo habitaban los guanches, los benahoritas, los bimbaches, los canarios y, en definitiva, los nativos que vivían en cada isla cuando se produjo la brutal invasión de los españoles.

Otra persona que, de manera indiscutible, debe formar parte de este equipo es Antonio Cubillo. A Cubillo nadie le puede negar su patriotismo. De otros hechos no hablamos porque nunca se ha probado ni una sola de las acusaciones contra él. Cuando regresó del exilio no fue juzgado sino indemnizado, porque el Gobierno español atentó contra su persona mientras vivía en Argel, como ha quedado probado fehacientemente. También está por probar que algún miembro de su movimiento haya actuado por su cuenta, pero en ningún caso lo ha hecho Antonio Cubillo. Este hombre ya es, por derecho propio, uno de los padres de la futura pero inminente patria canaria.

De forma más reciente, pero ya con muchos méritos a sus espaldas, hemos de citar a José Luis Concepción, presidente del Movimiento Patriótico Canario. Concepción, persona de sublime y cuidada prosa, debe incorporarse a ese equipo inicial porque en su pecho arde la llama de los sentimientos de los guanches; un pueblo, lo recordamos una vez más para que tomen buena nota los amantes de la españolidad de estas Islas, sacrificado, invadido, martirizado, violado y despojado de lo suyo; hombres y mujeres, niños y niñas ?como Cathaysa y Dácil? arrancados de sus familias, de su tierra, para satisfacer la codicia de los castellanos. José Luis Concepción ha sabido contar, con esos hondos sentimientos suyos ya apuntados, lo que le sucedió a nuestros antepasados. Leer sus encendidos relatos nos obliga a que apuremos la consecución de nuestra independencia. Algo que no se puede postergar más allá de finales de 2010, salvo que el pueblo español, en el que estamos integrados los canarios por la fuerza de las fuerzas, incumpla los acuerdos internacionales que firmaron sus gobernantes, y persista en que sigamos siendo súbditos de la Metrópoli que nos coloniza desde hace seis siglos.

En esta misma página publicamos las portadas de dos conocidos libros de José Luis Concepción, titulados "Los guanches que sobrevivieron y su descendencia", y "Nombres propios guanches. Historia y leyenda". Son ya una veintena las obras que ha publicado este insigne y docto patriota, que en conjunto han superado las 300 ediciones. De ellas se han vendido más de 700.000 ejemplares, como informamos en nuestras páginas de cultura de hoy. También publica José Luis Concepción en EL DÍA de este domingo un interesante artículo titulado "Planificación territorial de Canarias". "En lo que a superficie terrestre se refiere, ésta la debemos planificar responsablemente, de manera racional, pensando en el presente y en el futuro", afirma con acierto Concepción. "Cada una de las islas debe ser planificada en función de sus propias características y necesidades, aunque manteniendo el criterio de unidad territorial". Totalmente de acuerdo.

Acierta asimismo José Luis Concepción cuando escribe que "Canarias, afectada por una sobrepoblación considerable, debe desarrollarse después de planificar todo su espacio geográfico, al tiempo que se evite el aumento demográfico. El enorme aumento poblacional que hemos sufrido en los últimos quince años, medio millón de habitantes foráneos, ha dejado cortas las estructuras existentes, principalmente las vías de circulación de tráfico rodado. Una invasión a la que el Gobierno español no ha querido poner freno, pese a haber tenido mecanismos legales para ello, pues parece que forma parte de su política colonizadora como medida de control tendente a dejar a los canarios en minoría. El Gobierno del futuro Estado canario deberá llevar a cabo todas aquellas infraestructuras necesarias para el desarrollo y bienestar de los isleños, pero teniendo en cuenta el escaso territorio que poseemos, debemos aprovecharlo adecuadamente, especialmente el cultivable".

En definitiva, Rivero, Cubillo y Concepción son personas de gran altura patriótica, idóneas para asumir el Gobierno del Archipiélago hasta que se celebren unas elecciones de las que salgan los legítimos representantes de nuestro pueblo. Lo repetimos: elecciones para designar a los gobernantes que nos han de dirigir, pero no un plebiscito para dilucidar si seguimos siendo españoles o nos constituimos en un país independiente. Soberanos y libres ya lo éramos antes de la invasión castellana. Quienes desde hace seiscientos años saquean nuestras riquezas han dispuesto los instrumentos necesarios, como señala José Luis Concepción, para que sigamos adormecidos y no les quitemos la finca; para que no recuperemos lo que es nuestro; para que nos contentemos con las migajas que les echan en Madrid a nuestros políticos. El objetivo de los españoles es seguir explotando nuestros recursos, tanto los actuales como los latentes en los fondos marinos. En ellos prima el egoísmo sobre los intereses de nuestro pueblo.

Concluimos nuestro editorial de hoy con un diálogo humorístico que reproducimos en esta misma página. Nos ha llegado de manos de nuestra colaboradora Fátima Hernández. A pesar de su gracia, de su humor, encierra mucha sapiencia popular. En él, como pueden comprobar nuestros lectores, se hace referencia a la gran isla discordante, la grandiosa, la de los grandes embusteros, vanidosos, mundiales del mundo mundial. El diálogo está publicado por Cachi con la etiqueta "Me parto el pecho". Si hay algún error en esto, lo aclararemos en una adecuada rectificación. Conviene, no obstante, que se considere como lo que es: un ramalazo de humor.

En cambio, no nos causa ninguna gracia la posibilidad, siempre latente, de que el día menos pensado nos despertemos magrebíes. Desde estas páginas recomendamos una y otra vez que no se pierda de vista al vecino marroquí. ¿Cómo podrían los canarios oponerse por la fuerza a una invasión, también por la fuerza, de Marruecos? ¿Lo haría España? ¿Le permitiría Obama a Zapatero que lo hiciera? Si tenemos en cuenta las buenas relaciones entre Rabat y Washington, mucho nos tememos que no. Canarias quedaría a merced de los deseos de Mohamed VI, como en su momento quedó el Sáhara, y con ese territorio los saharauis, al capricho de Hassan II. Triste destino el nuestro si después de seis siglos de colonización española, seguimos como colonia de nuestros vecinos. ¿Va usted a permitirlo o hará cuanto esté en su mano para impedirlo, don Paulino? Usted sabe que sólo hay una forma de impedirlo. No traicione a un pueblo que confía en usted. Acuda a Madrid, a Bruselas, a Nueva York, y plantee lo que debe plantear. Ayúdese, ayúdenos, don Paulino, que Dios y todos los canarios que amamos la libertad también le ayudaremos.