La Virgen de la Encarnación volvió a ser llevada ayer hasta la ermita de San Sebastián con motivo de la Rogativa, una tradición que se inició hace más de 300 años, cuando la imagen fue trasladada al pueblo de Adeje para protegerla de incursiones piráticas y cada año los fieles prometieron llevarla hasta su primitivo templo para que los protegiera ante las adversidades.

Este rito religioso, que se perdió y se recuperó en la década de los 70 del siglo pasado, se ha convertido hoy no solo en un acto religioso, sino también en evento recreativo y social, donde la implicación del ayuntamiento, así como del colectivo de los Porteadores de la Virgen y Mujeres Adejeras con la Virgen, es muy significativa.

Tras salir de la parroquia matriz, la imagen hizo una primera parada en el cementerio, para después proseguir hacia la Tosca Colorada y el descenso, con varias paradas, hasta la zona de San Sebastián, donde se produce un encuentro entre ambas imágenes.