A LOS POCOS días de su óbito, voy a hablaros de la figura humana, cultural y representativa del excelentísimo señor don Manuel Fraga Iribarne, un gallego de oro, eso sí, con mucho carácter, como pude comprobar el día que hablé con él. Don Manuel, entre otros importantes cargos, desempeñó los de ministro de Información y Turismo y embajador de España en el Reino Unido. Era un perfecto conocedor de la lengua inglesa y presidió la Junta de Galicia durante un largo período de tiempo. Recordemos el famoso baño en la playa de Palomares, en un acto de valentía, desafiando la posibilidad de efectos nocivos, por aquello de la bomba atómica que había caído de un avión de las Fuerzas Aéreas USA. Antes de proseguir, me confieso apolítico en cuanto a militancia. Ni he pertenecido, ni pertenezco, ni perteneceré en lo que me reste de vida a ninguna formación política. ¿Que si tengo ideas? Claro que sí.

La vinculación del señor Fraga a Tenerife, y concretamente al municipio de Arona, me obliga a tratar a esta figura irrepetible de la política de nuestro país, y hay una frase lapidaria en este político que a mí me ha conmovido siempre: "La vida es un fenómeno irrepetible". En mi recuerdo están dos visitas de este personaje al municipio de Arona. La primera a Los Cristianos, y que está perpetuada en una foto en el primero de mis libros publicados, "40 años de medicina rural en Arona". En ella se ve al entonces alcalde de Arona, el doctor Buenaventura Ordóñez Vellar. La otra visita fue a Ten-Bel.

A raíz de la primera visita le escribí una carta para rogarle un repetidor de televisión para la zona. Me contestó que haría lo posible. Pasa el tiempo y le envío una segunda misiva que firmamos cinco vecinos, para darle mayor fuerza y compartir la responsabilidad. En esta ocasión, y después del almuerzo, el alcalde, que entonces era mi recordado amigo y prestigioso marino Eloy García y García, y con la visita del ministro le mostré la segunda carta. La leyó de lejos y me dijo que, efectivamente, se habían retrasado, pero que allí estaba el ingeniero jefe de TV en Canarias, que me atendería, para "que la próxima vez que venga a Tenerife no tenga usted que enseñarme cartitas". Ahí salió, una vez más, el carácter del señor Fraga, por aquello del refranero: genio y figura...

La televisión en esta zona debió de llegar por los 60, y mi primer aparato era de gran tamaño, en blanco y negro, y usado. Lo adquirí en Santa Cruz, de mano de un oficial de los Juzgados que se marchaba destinado a la Península. Lo primero que pude ver fue la ópera "Il trovatore", de Verdi, y así mi afición a la ópera y a todo lo relacionado con el "bel canto" se hizo realidad a través de la pequeña pantalla. Hoy todo ha cambiado y esos programas han sido borrados de la programación de la TV pública y solo nos brindan cosas que, al menos a mí, no me interesan. Don Manuel fue un hombre polifacético.

Terminar diciendo a los amnésicos, que haberlos los hay, y al Ayuntamiento de Arona que la TV llegó a este lejano Sur gracias a mi gestión y a la voluntad ministerial del que fue un gran patriota, don Manuel Fraga Iribarne. Descanse en paz.