La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife ha condenado a María de los Ángeles Regalado Roque y a Juan Daniel Pérez Rodríguez a 35 años de prisión cada uno por haber retenido y maltratado a su sobrina, Yurena Isabel V.P. en Güímar durante cerca de un año y medio hasta causarle la muerte para quedarse con el hijo de esta. La joven falleció en febrero de 2010, cuando aún no había cumplido 27 años.

Tras haberlos declarado culpables el jurado popular que los juzgó desde el 23 de enero hasta el 27 de ese mismo mes, la magistrada les ha impuesto a los acusados la pena de 25 años de prisión por un delito de asesinato, dos años por maltrato habitual y ocho años por detención ilegal, según indica la sentencia, que les fue comunicada ayer a los procesados, que presentarán un recurso de apelación.

Según señala el documento, quedan como hechos probados que Yurena, que tenía graves problemas económicos y se había marchado del hogar de sus padres, fue acogida por sus tíos en su domicilio tras dar a luz.

Los acusados, que conocían la vulnerabilidad en la que vivía la fallecida, "vieron en la situación de su sobrina, ante la imposibilidad de la pareja para tener hijos, una manera de cumplir sus deseos de ser padres, ya que pretendían ejercer como tales respecto del hijo de Yurena", al cual se le puso el nombre del acusado, pese a que la joven había elegido el nombre de su hermano, tal y como se lo había expresado a sus amigas.

Una vez nació el niño, la joven se fue a vivir con sus tíos. A partir de ese momento, "los acusados, fieles a sus deseos de ser padres y viendo en la persona de Yurena un obstáculo para lograr sus propósitos, comienzan a proferirle un trato tendente a anularla como persona y destruirla físicamente".

Aislada y maltratada

Con la intención de aislar a la joven de sus amistades, familia y conocidos, los acusados la mantuvieron retenida en la vivienda, donde controlaban todos sus movimientos, y en las pocas ocasiones que salía a la calle siempre iba acompañada por uno de los procesados.

Las llamadas y mensajes que las amigas de Yurena le realizaban nunca tuvieron respuesta. Lo mismo ocurría con la familia de la joven que intentaba saber en qué estado se encontraba, con la salvedad de una tía paterna, que interesada por su estado recibió un mensaje de texto, "realizado de común acuerdo por los acusados", en el que decía que se encontraba bien y que no volviera a llamar.

En el interior de la vivienda, "los acusados, con ánimo de degradar, humillar y vejar a Yurena, le repetían a diario y durante horas insultos, especialmente su tía, en un tono de voz tan alto que podían ser escuchados por los vecinos del Barrio de La Hoya", donde vivían en Güímar.

"Puta, guarra, hedionda, zorra, cochina... Te mato, te doy un palo que te mato, además de tacharla de drogadicta", eran algunas de las calificaciones que recibía la fallecida de los acusados, señala la sentencia. Con esa actitud de desprecio y agresividad, los acusados lograron minar de tal forma a Yurena que esta "ni si quiera respondía".

Pero los malos tratos que recibió la joven no eran solo psíquicos, pues sus tíos, "con evidente ánimo de acabar lenta, dolorosa y angustiosamente con la vida de Yurena, le propinaban continuas palizas, causándole numerosas heridas tanto internas como externas, salvo en una sola ocasión en octubre de 2008. En esa visita al Hospital Universitario de La Candelaria (HUNSC) la joven presentaba un traumatismo en la oreja izquierda, que fue justificado por sus tíos con una caída que había sufrido Yurena limpiando la cocina.

Tras esta única visita a un centro médico, Yurena quedó "a merced del trato sádico y ofensivo de los acusados", quienes continuaron infligiendo a la joven malos tratos físicos y psicológicos hasta el día de su muerte. Y es que "no había una sola parte del cuerpo de la fallecida sin haber recibido golpes", destacaron los forenses en la vista oral.

Así, los procesados le dieron golpes en la cabeza a Yurena que le ocasionaron la fractura de varios dientes y deformación por fractura de la nariz y del pabellón auricular.

También golpearon su cuerpo ocasionándole en los órganos internos un derrame pleural bilateral, edema pulmonar con bronconeumonía y hemorragia en la mucosa gástrica y en el páncreas, así como fracturas costales en tres regiones distintas y en el miembro superior izquierdo. Estas lesiones eran de diferente antigüedad y no habían sido tratadas por especialistas médicos.

Las agresiones le dejaron a la joven numerosas cicatrices por todo el cuerpo y pérdidas de tejido, hasta el punto de tener partes con gangrena.

Además, los procesados tampoco le proporcionaban una alimentación suficiente, llegando a pesar Yurena, en el momento de su muerte, entre 45 y 50 kilogramos.

Yurena falleció por un fallo multiórganico y "shock" séptico el 18 de febrero de 2010.