En el banquillo de los acusados también se sentó ayer el jefe de la Policía Local de Santa Cruz desde 1991 hasta mayo de 2006, por, según señala las conclusiones provisionales de la Fiscalía, tener pleno conocimiento de los hechos denunciados por las agentes.

El escrito señala que las denunciantes comunicaron de forma verbal a A.A.B. que tenía la sede física de su despacho en el mismo lugar que la Unidad Administrativa, lo que les estaba ocurriendo con su inmediato superior. Pese a ello, indican las conclusiones provisionales del Ministerio Público, el entonces jefe de Policía no hizo nada al respecto.

El acusado, durante la sesión oral de ayer, negó que las agentes le comunicaran estos hechos de forma alguna, y que solo tenía referencia de lo que ocurría "por comentarios de pasillo", motivo por el que no le dio mayor relevancia. Además, el acusado destacó que ningún familiar de las denunciantes, que también trabajaban en el cuerpo, "me comentaron nada de estos hechos".

A.A.B. aseguró que "nunca vi ningún tipo de insultos o trato vejatorio por parte del sargento a alguno de sus subordinados. Existía una relación normal dentro del agobio del trabajo".

Pese a esta normalidad en el trabajo descrita por el exjefe de la Policía Local, este reconoció que el subinspector tenía un carácter fuerte y era muy rígido con los horarios, por lo que solía quejarse de las faltas de puntualidad y del exceso de tiempo empleado por sus subordinados para desayunar.