El conductor del Mini, P.G., acusado de atropellar a tres miembros de una familia en octubre de 2006 en la Avenida Marítima de Santa Cruz de Tenerife, los cuales fallecieron, reconoció ayer que había consumido "dos cervezas" en la chuletada de la que regresaba y que circulaba a una velocidad por encima de lo permitido, en concreto entre 75 y 80 kilómetros por hora, pero aseguró que las víctimas "no cruzaban por el paso de peatones".

Durante la primera sesión del juicio que se celebra en el Juzgado de lo Penal número 3 de Santa Cruz de Tenerife, el otro acusado, J.R., declaró que regresaba a su casa de jugar un partido de fútbol en El Sauzal, que no había consumido alcohol, y que circulaba a la velocidad permitida, 50 kilómetros por hora. También aseguró que la familia no cruzaba por el paso de peatones.

Además de coincidir en que las víctimas cruzaban por delante del paso de peatones, ambos acusados aseguraron que el semáforo estaba en verde cuando ellos pasaron y que no eran amigos, que solo se conocían de vista, pero no mantenía ninguna relación anterior a los hechos.

J.R. explicó que vio a la familia caminando por la vía, e hizo una maniobra arriesgada para esquivarlos, y tras escuchar el golpe y ver lo que había ocurrido se bajó del coche y tras llegar los servicios de emergencia se marchó.

Por su parte, el conductor del Mini explicó que la maniobra del otro vehículo hizo que se distrajera de la carretera, y que cuando vio a la familia intentó esquivarlos sin éxito. Tras el atropello, P.G. dijo que, como iba rápido paró el coche más adelante y sin saber con exactitud lo que había ocurrido y al verlo llamó a urgencias y acudió a su vehículo para poder trasladar él a las víctimas dado el estado de gravedad que presentaban, pero el coche no arrancaba por lo que regreso al lugar de los hechos.

En su declaración, P.G. se mostró arrepentido y aseguró que no ha vuelto a conducir desde el momento del accidente.

La primera sesión del juicio del conocido como "caso del atropello del Mini" se prolongó durante casi seis horas, en las que declararon hasta quince testigos, de los cuales ni uno solo llegó a ver con claridad el atropello, aunque muchos sí coincidieron en que vieron a dos vehículos de color rojo circulando a altas velocidades, "como si estuvieran picados". Cabe señalar que durante el juicio se barajó la posibilidad de que hubiera un tercer vehículo en el lugar de los hechos.

La Fiscalía solicita para los dos acusados las penas de 5 años de prisión por los delitos de conducción temeraria y de homicidio y un año más de cárcel por otro delito de omisión del socorro, además de una indemnización a la familia de 200.000 euros.

La acusación particular pide cuatro años de prisión por homicidio y dos años por omisión del socorro para cada acusado, además de dos años por conducción temeraria para P.G. y un año medio por el mismo delito para J.R. y 300.000 euros de indemnización.