La Unidad Contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedad Documental (UCRIF III) de la Brigada provincial de Extranjería y Fronteras de Las Palmas, junto a la de Islas Baleares, procedió a la desarticulación de un entramado mafioso de origen nigeriano dedicado a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, afincado en Gran Canaria y con conexiones en Palma de Mallorca y Alcorcón, así como en países como Italia, Francia, Turquía y Finlandia, así como de Nigeria, Senegal y Marruecos.

La denominada "operación Fortuna" se ha desarrollado desde 2010 permitiendo la detención de 14 personas, once de las cuales son de nacionalidad nigeriana, dos colombianos y un español. Entre los arrestados hay 7 mujeres. Los dos últimos detenidos son de origen colombiano, encargados de una casa de alterne en la zona de Molino de Viento de Las Palmas.

Se les imputan delitos por favorecimiento de la inmigración ilegal, contra la libertad sexual (prostitución), falsedad documental, usurpación del estado civil, falso testimonio, agresión sexual, aborto, lesiones, amenazas, detención ilegal y asociación ilícita, permaneciendo los cinco cabecillas de la organización en prisión preventiva dictada por el Juzgado de Instrucción número Dos de Las Palmas.

Hasta el momento se ha constatado la existencia de más de una veintena de mujeres jóvenes originarias de Nigeria, traficadas y explotadas sexualmente por los imputados, 12 de las cuales han podido ser identificadas. Desde febrero de 2010 se descubrió un clan familiar de nigerianos liderados por Sonia O. y Lucky A., afincados en dos pisos de Vecindario, donde residían cuatro miembros de la red y una decena de mujeres explotadas sexualmente. En los cuatro últimos años se realizaba el tráfico de mujeres desde Nigeria a España, donde las obligaban a pagar ejerciendo la prostitución entre 30.000 y 70.000 euros. El "modus operandi" era captar a mujeres nigerianas jóvenes, de buena apariencia, a las que se sometía a un ritual vudú para controlarlas. Antes de embarcarlas eran violadas hasta que se quedaban embarazadas, ya que a juicio de la organización investigada así era más difícil expulsarlas.

Estas mujeres acababan dando a luz en Marruecos, para realizar después la travesía en patera, llegando incluso a darse el caso de una de las víctimas a la cual se le murió el bebé y lo tiraron por la borda.