Un total de 11 personas presentes durante los dos primeros asesinatos del crimen de Olot declararon este miércoles en el Juzgado de Instrucción número 2 de la citada localidad. Los testigos coincidieron al afirmar que el presunto asesino actuó "con una precisión sorprendente y mucha tranquilidad". El abogado de la acusación particular, Carles Monguilod, dijo, basándose en las declaraciones de los que vieron los hechos, que el acusado, Pere Puig, dirigió los disparos a las personas que quería matar, sin dudas, ni contradicciones: "Se veía que era una acción premeditada, a sangre fría, ya que apuntaba discriminando a quien quería discriminar".

Monguilod defiende los intereses de la familia de los propietarios de la constructora Tubert, padre e hijo, que fueron asesinados con un arma de fuego el 15 de diciembre, mientras desayunaban en un bar de la localidad gironesa de Olot. Los testigos sostienen que vieron en su actuación "una precisión sorprendente y mucha tranquilidad". El abogado, basándose en los relatos de las once personas que declararon este miércoles en el Juzgado de Instrucción número 2 de la localidad, afirmó: "Se veía que era una acción premeditada, a sangre fría, ya que apuntaba discriminando a quien quería discriminar".

Núria Masó, abogada defensora, mantuvo que las declaraciones de los testigos no son contradictorias con respecto a la versión de Pere Puig, quien, a su modo de ver, "siempre ha tenido una actitud muy sincera". La letrada intenta probar que se trató de un crimen económico, seguramente, dijo, porque los Tubert querían cerrar la empresa después de terminar la obra en La Canya, ya que tenían problemas económicos.

Basa su teoría en la declaración de uno de los testigos, que explicó que el padre le había comentado que iba a llevar a cabo algunos despidos, aunque no se sabe si fue "de manera oral o escrita". También insiste en la existencia de unos documentos que podrían confirmar que el móvil tenía un carácter económico.

Ninguno de los testigos, en cambio, tenía constancia de que hubiese problemas entre el presunto asesino y los asesinados. Salvo por una excepción: uno de los presentes, que conocía a las víctimas y al asesino de vista, relató que una mañana, días antes del crimen, se cruzó con Puig, quien le dijo: "¿Vas con aquel hijo de puta?", en referencia al constructor. Aún no se explica que, mientras apuntaba a los Tubert, Puig afirmara: "Esto es lo que merecéis".

De cualquier manera, ambas partes, tanto defensa como acusación particular, reconocieron que las declaraciones de este miércoles no aportan nada nuevo, ya que muchos ratificaron lo que en su momento ya habían declarado ante los Mossos d''Esquadra.

EL HOMBRE DE EN MEDIO

Aquel día, en el bar ''La Cuina de l''Anna'' había un hombre entre los dos constructores asesinados. Sin embargo, según afirmó, Puig sabía a quién tenía que disparar. Este varón también mantuvo que, cuando el hijo Tubert vio a Puig disparar a su padre, gritó: "¿Qué hace este loco?".

Otro de los testigos, Diego Alba, explicó que, en un primer momento, llegó a pensar que se trataba de "una broma". Coincidieron con él en este aspecto muchos de los presentes durante los hechos. Muchos pensaron que la escopeta que agarraba Pere Puig era de fogueo, más aún cuando el presunto asesino iba vestido con ropa de cazador. Dada la indumentaria y el arma, el marido de la propietaria del bar no pensó en que era una broma, sino en que quería robarle.

Este último, que se escondió detrás de la caja registradora cuando oyó el disparo, sostuvo que hacía un año que Pere Puig no iba al bar, ya que había tenido un incidente con una camarera.

"Cuando vi lo que hacía le grité: ¿qué coño haces? Y salí detrás de él. Cuando me vio, me apuntó con la escopeta y yo me tiré al suelo porqué tuve miedo que de que me disparada", relató David Alba.

Unos y otros coincidieron en que todo sucedió muy rápido. Las víctimas no pudieron reaccionar: "El tiempo entre ambos disparos fue el de cargar el arma", aclaró un hombre que compartía mesa con los fallecidos cuando ocurrieron los hechos. Tanto fue así que muchos ni siquiera vieron lo que pasó y se dieron cuenta de lo ocurrido cuando el hijo Tubert reclamó una ambulancia para que socorrieran a su padre.

Este miércoles han declarado un total de once testigos. Todo ellos presenciaron los dos primeros asesinatos de Puig, los del padre y el hijo de la constructora Tubert. Mañana será el turno de los testigos que presenciaron los otros dos asesinatos, los de los empleados de la CAM, mientras que el viernes declararán las familias de las víctimas y los agentes que han participado en la investigación.