La Sección Segunda de la Audiencia Provincial tinerfeña dejó ayer visto para sentencia el juicio contra Tomás A.A., al que al Ministerio Fiscal acusa de un delito continuado de abuso sexual y por el que pedía una pena de 10 años de prisión y el pago de una indemnización de 12.000 euros, por unos hechos que se remontan a 1997 en el municipio de Güímar.

Por su parte y tras la pericial forense que se realizó ayer, a través de videoconferencia, el abogado defensor pidió la libre absolución al entender que no se pudo probar que la menor relatara algo que le sucedió a ella o si lo contó para reconfortar a una compañera de colegio que había sufrido abusos. Al abogado defensor le llamó la atención que durante un año estuvieran conviviendo la madre con su hija en casa del acusado y no "saltara la alarma".

Según el fiscal, que mantiene su acusación, entre 1996 y 1997, el procesado acogió en su domicilio a una mujer y a su hija, de cinco años, a la cual realizó tocamientos y de la que abusó en distintas ocasiones. Cuando la víctima tenía 12 años -en 2004- y se hallaba interna en una residencia escolar, una compañera suya comentó que había sufrido abusos por parte de su abuelo y al coincidir en el daño causado por los adultos, la joven le relató todo lo que le pasó a ella, tanto en casa del procesado como en la vivienda que compartía en Güímar, con su madre, el compañero sentimental de ésta y su hermano pequeño.

A esta última residencia solía acudir el acusado a visitar a la madre de la niña para llevarle agua porque en su nueva casa no tenían. El acusado declaró que "la mujer y la niña no tenían donde vivir y se vinieron a mi casa, donde estaba mi mujer y mi hijo, que tenía su misma edad. Yo la trataba como si fuera hija mía. Nunca me quedé a solas con la niña".