La ultraderecha de nuestro país ha vuelto a sus andadas. Vuelven a gastar miles de euros en sacar a pasear el ya conocido "autobús del odio". Miles de euros gastados en propagar odio cuando hay tanta miseria en nuestros barrios, tanta gente pasando verdaderas penurias a nuestro alrededor.

Al parecer, uno de los frentes más peligrosos con que se ha topado en los últimos tiempos es el feminismo, es decir, su mayor enemigo somos aquellas personas que luchamos por la igualdad entre hombres y mujeres. Aquellas mujeres que pretendemos conquistar unos derechos que nos son negados por el simple hecho de ser mujeres -como la igualdad salarial, por ejemplo- y que no cesamos en la lucha por acabar con aquellas opresiones y situaciones de violencias a las que nos enfrentamos día a día por el mero hecho de haber nacido mujeres: nosotras, somos su mayor amenaza. ¿Por qué? Porque queremos despojarles de aquellos privilegios que tienen a costa de nuestro sometimiento; y esta idea, obviamente, no les hace ninguna gracia.

La ultraderecha de este país nos llama feminazis y se queda tan ancha. Nos disfraza de Hitler, un hombre violento y dictador que cuenta en su haber con millones de asesinatos de inocentes cometidos en su nombre. Me pregunto por qué no habrá elegido a Franco, otro hombre violento y dictador, sí, pero cuya memoria y honor ellos defienden sin escrúpulo alguno a capa y espada.

Apenas avanzamos un poco en igualdad, el sistema reacciona. y opone resistencia. ¿Cómo? Negando la realidad, negando la violencia, obviando su verdadero origen: el de una cultura que aún pone al hombre por encima de la mujer y naturaliza las desigualdades e injusticias que se derivan de esa misma posición de superioridad. Y confundiéndonos, como si nuestra lucha estuviera ya obsoleta y pasada.

Que escuche bien la ultraderecha de este país: pasado son Franco y Hitler -afortunadamente-, no pretendan despistar; los hombres violentos que asesinan a sus mujeres conviven entre nosotras y nos siguen matando, acosando sexualmente en el trabajo y explotándonos en los cuidados. Forman parte del presente, de nuestras vidas cotidianas, y no de la Historia pasada. Que escuche bien la ultraderecha de este país: el feminismo nunca ha matado a nadie, sin embargo, el machismo mata cada día. El feminismo es un movimiento social que apuesta por la paz y que ha llegado por fin para quedarse. No tenemos miedo, porque más allá de quitarnos la vida no hay nada que temer.

Mientras siga habiendo asientos parlamentarios ocupados por personas que están en contra de la igualdad, seguiremos saliendo a la calle; mientras siga habiendo partidos políticos que gastan miles de euros en sacar su odio a pasear, seguiremos saliendo a la calle, y ocupándola. Su odio es un motivo más por el que ir a la huelga del 8M. Sí, paramos el mundo y no descansaremos hasta hacernos con todos y cada uno de los derechos que nos han sido arrebatados, hasta que la igualdad entre hombres y mujeres se convierta en una realidad y permita a la ciudadanía ser mucho más feliz.

Que sigan ladrando: será siempre síntoma de que cabalgamos.

(1) Verso del poema Kläffer ("Ladrador") de Johann Wolfgang von Goethe, 1808.