En la megapolis de Yakarta una pequeña casa sirve de refugio para las transexuales que no pueden sustentarse cuando la edad les obliga a retirarse del trabajo como prostitutas o estilistas y peluqueras en salones de belleza.

Al frente del proyecto se encuentra Yulianus Rettoblaut, más conocida como Mama Yuli, una "waria" -palabra que proviene de la unión de las palabras mujer y hombre en indonesio-, con más de 20 años de activismo a sus espaldas.

Maria Yuli dice que inició su activismo en 1996, "cuando todavía era prostituta. Empecé a trabajar en la calle en 1984 y había mucha discriminación. violencia física e incluso asesinatos. La ley siempre nos ignoraba".

El domicilio también sirve de salón de belleza y sede del Foro de Comunicación de Warias en Indonesia (FKWI), organización fundada por Rettoblaut que promueve la educación y la unidad entre las transexuales además de cuidar de ellas en su madurez.

Indonesia es el país con la mayor población musulmana del mundo, -con cerca de un 88 por ciento de sus más de 260 millones de habitantes-, y que practica una forma moderada del islam que, no obstante, registra desde hace años un aumento del extremismo.

Aunque las "warias" han sido tradicionalmente más aceptadas que los gais y lesbianas, desde 2016 son objeto de mayor presión popular, según organizaciones como Human Rights Watch.

En el asilo, situado en la zona musulmana tradicionalmente conservadora de Depok, en el extrarradio de Yakarta, varias "warias" conversan animadas sin que los vecinos de las casas cercanas presten especial atención.

Oma (abuela) Oti, como se conoce a la cuidadora del refugio para ancianas, cuenta que la casa se construyó específicamente para el colectivo hace siete años y que se organizan actividades de cocina y elaboración de textiles.

"Nos preocupa cuando se ponen enfermas, nadie puede garantizar que alguien las cuide", cuenta Oma Oti en la residencia, que tiene capacidad para unas 15 personas.

Además de las dificultades a las que se enfrentan en vida, la lucha por la identidad continúa tras su muerte; muchos clérigos musulmanes se niegan a enterrar a las warias como mujeres, ya que en el islam el arreglo de los cuerpos varía en función del género.

"A veces hay problemas, en especial con aquellas que son musulmanas, algunas tienen pecho y cuerpo de mujer. Si es así, lavamos a las fallecidas nosotras mismas", cuenta Mama Yuli sobre las abluciones previas al funeral, que suelen realizar los familiares.

Mama Yuli, de 56 años, también predica con el ejemplo en temas educativos, y en 2015 terminó un master en Derecho, además de cursar en la actualidad un doctorado en la universidad Jayabaya de la capital.

"Decidí ir a la escuela para educarme y ser capaz de ayudar a mis amigas, mi comunidad. Cómo podemos entender los derechos y deberes de los ciudadanos si no los aprendemos", opina la activista, que asegura que la mayoría de los miembros de FKWI no han estudiado la educación secundaria.

El incremento del discurso homófobo de políticos y líderes religiosos desde 2016 se ha traducido en cierres y redadas por parte de la policía en establecimientos de ocio para homosexuales y en algunas condenas bajo la ley contra la pornografía.

Para Mama Yuli, las "warias" han sufrido en mayor medida la respuesta de los grupos ultraconservadores. ya que "los homosexuales pueden esconderse, pero nosotros no podemos hacer eso, porque somos más visibles".