La atmósfera terrestre es un mejor escudo contra los meteoroides de lo que pensaban los investigadores, según informa un artículo publicado en "Meteoritics & Planetary Science". Cuando un meteoro se precipita hacia la Tierra, el aire a alta presión que se encuentra frente a él se filtra en sus poros y grietas, separando el cuerpo del meteorito y haciendo que explote.

"Hay un fuerte gradiente entre el aire a alta presión frente al meteoro y el vacío de aire detrás de él", explica el coautor del estudio, Jay Melosh, profesor de Ciencias Terrestres, Atmosféricas y Planetarias en la Universidad Purdue, en Estados Unidos. "Si el aire puede moverse a través de los pasajes del meteorito, puede entrar y hacerlo volar fácilmente", añade.

Los investigadores sabían que los meteoroides a menudo explotaban antes de alcanzar la superficie de la Tierra, pero no sabían por qué. El equipo de Melosh se centró en el evento de Chelyabinsk 2013, cuando un meteorito explotó sobre Chelyabinsk, Rusia, para explicar el fenómeno.

La explosión produjo energía comparable a un arma nuclear pequeña. Cuando entró en la atmósfera de la Tierra, creó una bola de fuego brillante y, minutos más tarde, una onda de choque estalló en las ventanas cercanas y provocó heridas a cientos de personas.

El meteoroide pesaba alrededor de 10.000 toneladas, pero solo se recuperaron unas 2.000 toneladas de escombros, lo que significa que algo sucedió en la atmósfera superior que causó su desintegración. Para resolver el acertijo, los científicos usaron un código informático único que permite que tanto el material sólido del cuerpo del meteoro como el aire existan en cualquier parte del cálculo.