Las cinco tipologías de desertificación que avanzan en España tienen que ver fundamentalmente con la mala planificación de la agricultura -coinciden los expertos-, bien sea por el abandono de la tierra o por su uso intensivo que busca la rentabilidad a toda costa y sobreexplota los acuíferos para el riego.

En el caso de las zonas costeras, esos acuíferos tienden a ser ocupados por agua del mar, que los saliniza y los deja yermos para siempre, apunta también el científico del CSIC.

"La desertificación es consecuencia de una sobreexplotación, que al igual que ocurre con los océanos tiene que ver con la práctica humana de querer sacar más de lo que hay", subraya Martínez Valderrama.

Además, el portavoz de Bosques de Greenpeace, Miguel Ángel Soto, recuerda que la subida de temperatura, menor precipitación y mayor riego de incendios a consecuencia del cambio climático "acelerarán estos procesos de pérdida irreparable de suelo".

"Celebrar esta fecha con muchas ciudades de España a 40 grados debe servirnos para reflexionar sobre el impacto que las decisiones en materia de agricultura y de uso del agua tienen para el medio ambiente", agrega.

Las organizaciones ecologistas consideran que las mejores herramientas para frenar los procesos de desertificación en España son políticas hidráulicas y agrarias "racionales".

En el primer apartado reclaman un enfoque integrado de la gestión de la demanda, implicando a todos los sectores demandantes de agua, teniendo en cuenta los caudales ecológicos, persiguiendo la sobreexplotación y contaminación de los recursos hídricos, la proliferación de pozos ilegales y el mal uso del agua. En materia de agricultura, luchar contra la desertificación pasa por reducir el regadío de las cuatro millones de hectáreas actuales a los tres, así como por una agricultura más orientada a productos de calidad que a la cantidad.